Ivaginaria / Masajeamésta

Ahora es cuando yo debiese tener a un jugador de la selección de rugby de Nueva Zelanda, dándome un masaje en la espalda mientras pongo ojos y boca de gomitas.¡Cuánta tensión del partido México-Brasil de ayer! ¡Estoy como si yo misma hubiese atajado las pelotas como nuestro nuevo prócer nacional Memo Ochoa!

Por ello les daré las instrucciones para un masaje relajante/reparador que no deben de alargar mucho, porque aunque no es necesariamente un toque para forniciar, sí debe ser una caricia que ayude a que nos baje el alma al cuerpo y nos aflojemos. De ahí a dónde se arranque cada quien es otra historia.

Desnuden a su pareja por completo y pídanle que se tienda sobre su abdomen encima de una toalla grande o un par de toallas medianas que puedan mancharse de aceite. Puede ser en la cama o en una mesa firme. Si la criatura pesa más de 100 kilos, asuman este hecho y busquen una superficie que le aguante.

Procuren un ambiente iluminado, que huela bien o al menos que no tenga muchos distractores de aromas, puedes poner música que no provoque guapachosidad ni ganas de que el masajead@ quiera mover la patita para seguir el ritmo.

Deja que el/la sujeto a masajear se relaje por un par de minutos con los ojos cerrados y luego podrás proceder, avisando que vas poner las manos encima de sus carnes. No rompas el estado de relajación.

Es muy importante que utilicen aceite de bebé o especial para dar masajes, preferentemente. La crema no es muy recomendable porque se absorbe muy rápido y no se deslizan las manos.

Inicien desde las plantas de los pies con tres movimientos de manos que no van a variar mucho durante el recorrido por el cuerpecito. Movimiento uno: dedos pulgares rotando sobre la piel. Dos: rodando palmas abiertas. Tres: apretando con las manos la carne como si amasaran.

Si tienen dudas de cuánto tardarse en cada extremidad, apliquen el mismo conteo para pies o recen el credo o reciten un poema de dos o tres minutos. Apliquen movimiento uno, dos y tres en cada pie, en cada chamorro y en la parte trasera del muslo. Cuando lleguen a las nalgas no las amasen como si fuesen unas semitas gigantes. Presionen con gentileza el codo, muy suave, en cada glúteo. Cual si le dieran aplastaditas. Sean...

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