Ivaginaria / Si el sexo apesta...

...es que lleva meses muerto. El fornicio se muere y tiene fecha de caducidad en una pareja. Ah, amig@s, no es por presumirles, pero les juro que como nunca me he casado ni tampoco he tenido una relación larguísima en donde viva con alguien por largas centurias, no les sé decir con la voz de la experiencia. Pero sí con la de la ciencia.

El sexo es como el sabor del chicle. Es preciso revivir, reinventar, reponer, replantear, impulsar, crear, inovar, machacar, perseverar, invertir, maniobrar, experimentar, ejecutar y agregar muchas horas de inspiración para renovar una vida sexual que se está quedando sin episodios.

La vida en pareja es una rutina que abraza a las personas sin que ellas se den cuenta. Hay dos tipos de rutina en las parejas, y eso sí se los digo porque al menos conozco alguna de ellas.

Una es la que, tras meses de convivencia miras a tu amor y piensas: ah, soy tan feliz con esta persona, que podría vivir días observándol@ sin siquiera hablar con él o ella, porque su sola presencia me hace feliz y me divierte cualquier cosa que pueda decirme.

Y la segunda es que de pronto miras a tu querid@ y piensas con toda la desfachatez del mundo: ¿que le vi?

Sin embargo, conozco parejas que revitalizan su vida sexual de una manera asombrosa al grado de que un@ llega a desconocerlos. Luego se divorcian porque la persona con quien le dieron un nuevo jale a su existencia es otro frente, una compañía mas joven o por fin, por fin oh madre tierra, se salieron del clóset.

Esa, como ustedes lo comprenderán, no es la idea. Asumimos que el material con el que vamos a trabajar es con la reanimación cardiopulmonar de esa relación en la que llevas años y que te ha costado mucho sobrellevar porque ambos han tenido que trabajar mucho en ella para lograr el éxito conjunto.

Primero hay que reconocer el problema: si se tocan los genitales por accidente cuando se topan, si la última vez que se besaron fue en el bautizo del bebé y que ahora el verdolagón tiene 15 años, si odias cada vez más las carpitas de tu esposa o tú, esposa, no toleras las camisetas balaceadas de tu queridito, es momento de ponerle Jorge al niño.

Los dos deben acordar en un plan de revitalización y ponerle voluntad por una razón fundamental: sólo se tienen el uno al otro y si ustedes no se cuidan, difícilmente alguien allá afuera...

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