Ivaginaria / ¿Qué soy?

AutorElia Martínez-Rodarte

Vamos a poner un caso de la vida real. Supongamos que un señor bigotudo que se ve de muchos cojones, de pronto otea para un lado y le mira las nalgas a su compañero de juerga, y piensa: no está mal el culito de mi compadre... ¿Esa actitud lo convierte en gay?

Querido público, es tiempo ya que asumamos que en nuestros adentros se encuentra una cierta flexibilidad que nos provoca en determinados momentos sentir pulsiones sexuales o eróticas hacia personas del sexo opuesto. ¡No pasa nada y no se nos caerán las verijas!

Sólo para que se lo tomen natural y se conozcan mejor. Por ejemplo, la pornografía lésbica es una constante en los materiales explícitos que ven y excitan a muchas mujeres. Eso quiere decir que existe una pulsión que orienta a una lesbofilia, hay una fantasía, que no necesariamente será cumplida. Muchas damas ven a otras refocilarse por el propio goce.

Nuestra identidad de género es la que nos identifica con el género que nos define. Por ejemplo, yo soy una persona de sexo femenino cuya identidad de género es femenina. Al hablar de preferencia y orientación sexual es la misma cosa. Mi orientación sexual es heterosexual y mi preferencia es también, heterosexual. Orientación porque es hacia donde se nos pandea el gusto, y preferencia porque elegimos pareja de acuerdo al gusto de nuestra orientación. No todos toman esa opción, por ejemplo la gente gay y lesbiana que se casa heterosexualmente para guardar las apariencias de su verdadera preferencia sexual. En la preferencia se elige ejercer una vida afectiva, sexual y emocional al lado de la persona que escojamos.

Ayer algunos de mis lector@s en línea hicieron el test de Kinsey, que básicamente te hace preguntas para evaluar qué tanto se te aleja la preferencia sexual de la orientación sexual, nunca mejor dicho. Pueden buscar la liga en mi página Ivaginaria en Facebook. A much@s se les aflojaron las bragas cuando vieron en sus resultados, que aunque son heterosexuales, pueden sentir unas ganas ocultas por personas de su mismo género, y lo mejor de todo, es que las personas gays y lesbianas fueron los que más se sacaron de onda cuando vieron que sí podían incurrir en una vuelta charra: con alguien de su sexo opuesto. Un@ nunca sabe cuando va a dejar de estar con el tafanario contra la pared.

Las preguntas de esta escala sexual son diversas...

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