IVAGINARIA / La paja como derecho

Cuando aprendemos algo práctico y sabroso sobre nuestra sexualidad, nos enteramos de todo ese precioso tiempo que perdimos al ignorar sobre ese asunto. Por ejemplo, los que aprendieron a masturbarse tarde (ash...), de pronto sienten una necesidad de golosearse para desquitar ese periodo que pasaron sudando las hormonas sin atinar a meterse mano a sí mismos. La manu stuprare de la que tantas veces hemos hablado, y que literalmente significa molestarse a sí mismo. Si todas las puñetas fueran una molestia, imagínense la cantidad de fruncidos. La etimología de las palabras nunca es justa y nada más agrega culpas.

Y para quitarle carga semiótica y pecaminosa a la pajita deliciosa, debemos de enunciar sus beneficios, mitos y asegunes.

La masturbación sí es un instrumento de placer que sólo nosotros podemos controlar y al cual tenemos derecho, incluso es uno de los derechos sexuales proclamados por la Asociación Mundial de Salud Sexual, (World Association for Sexual Health). Cada quien sabe cuándo ejerce este tocamiento o caricia a su persona, cómo, con qué fantasías y con cuál mano se agarra. Siempre y cuando que no afecte a terceros o no agreda la moral de la convivencia social y dizque civilizada. En pocas palabras, jalártela en público no es chido.

La masturbación no es un pecado. Tampoco es una perversión. No es un estado hormonal alterado ni tampoco es de gente mañosa o tentona. No es una enfermedad mental, ni genera otra con su práctica.

Tampoco es una actividad que requiera permiso de ninguna otra para ejercerse, porque es parte de la intimidad y vida privada de cada un@.

La masturbación sí es común en personas que tienen pareja e incluso una vida sexual saludable y abundosa. Una encuesta del Instituto Kinsey establece que 40 por ciento de los hombres y 30 por ciento de las mujeres emparejados se masturban con regularidad.

La cantidad de alivios sexuales que uno se proporcione, pueden ser un acto que se comparta con la pareja sexual, porque ayuda a que se conozcan mejor...

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