Ivaginaria / Pero nunca tiene ganas...

AutorElia Martínez-Rodarte

...¿o tú eres el o la jariosa en ese ecuación? Algo que nunca podremos empatar del todo, con un tiempo de verdad perfecto, es ese mismo instante cuando ambos involucrados en la pareja desean hacer el amor con todas sus ganas.

Y menos lo lograrán a medida que transcurran los años querido público, temo decir. Cada persona en este planeta perverso posee su propia sincronía de lujuria, de ganas, de ingenio, de creatividad y hasta de sentido del sexo.

Somos tan diferentes en nuestras pulsiones, que realmente se trata de una fiesta cuando nos hallamos con alguien que no sólo quiere hacer el amor justo cuando nosotr@s estamos en plena ebullición, sino que además sale con sus poses circenses.

Esos que te mandan directo al quiropráctico después de la faena, que las diosas nos los guarden, porque no encontraremos muy seguido a esa gente en nuestra existencia.

Por supuesto que luego vienen los asegunes que nos devuelven a la realidad. Toda esa perfección en la cama y esas ejecuciones que nos hacían casi llorar de contento, se puede disminuir con el desempeño como entidad civil por parte de la otra persona. Folla muy rico, pero es una nulidad en el trabajo o simplemente es una lagartona de siete suelas. No podemos tener cada cosa que ansiamos en la vida, pero al menos lo brincado ya estuvo.

Los problemas de que la chica o el chico no tiene ganas cuando nosotros estamos en pleno celo, son de las cosas que debemos aprender a negociar desde que pasamos la etapa crítica de conocernos en las relaciones. No hablamos de los camazos ni de los acostones ocasionales: a ésos se va porque ya se les andan quemando las naves y nada más están viendo en donde se arrinconan. Hablamos de la pareja con mucho camino de terracería recorrido.

Primero debemos analizar y hablar el porqué no le dan ganas. Muchas veces ese problema no guarda una relación con lo que sucede en la pareja, sino por las miles de situaciones de la cotidianeidad con las que nos enfrentamos todos.

Otra de las razones, por ejemplo, en una mujer, es la inminencia de alguno de sus procesos naturales, ya sea la...

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