Ivaginaria / Mujer contra mujer

AutorElia Martínez-Rodarte

Aysh... no me digan que salieron con sus lesbianadas. No me extraña para nada. En todas las conversaciones salta la verdad: al menos una siempre se confiesa de que ha tenido sus besuqueadas con alguna amiga; o que en la secundaria se franelearon a otra chica; o que en cierta tarde lluviosa se les ocurrió jugar a los besitos con una compañera del trabajo/escuela/clases de baile.

¿Seré lesbiana? Es la aterrorizada pregunta de las chicas cuando se dan cuenta que les escandaliza haber dado la vuelta charra. A mí me da ternura. Hombres y mujeres, en algún momento de sus vidas, se dan la oportunidad de probar la genitalia o piel de alguien de su sexo género opuesto.

Un querido amigo me contó que una vez, estando en un trío, le tocó una malvada que le ordenó a uno que le ejecutara una chupada al otro. Primero dudaron, pero a los pocos minutos el uno ya estaba haciéndole el guaguis al segundo y luego intercambiaron micrófonos. Ustedes saben, querido público, que encarrilado el peine... Yo sé que en la calentura se han perdido más batallas que en cualquier guerra de la historia, así que no me extraña ese crossover.

A la gente le gusta experimentar, lo que no les agrada mucho es que se convierta en una anécdota de esta columna (ya no nos azotéis... nunca pongo nombres, ash).

Pero antes de que empiecen a flagelarse por haberse metido con una persona del mismo sexo, en este caso, mujer contra mujer, deben tranquilizarse.

La experimentación sexual es una de las actividades más sanas dentro del ejercicio del placer. Una chica que se atreve a tocar a otra, no se va a convertir en ese instante en lesbiana ni va a cambiar su sexo género ni va a desarrollar un pene.

El problema de la gente heterosexual sin información y llena de prejuicios respecto a la gente gay o lesbiana, es la enorme ignorancia que existe sobre los usos, costumbres y formas de ser que ellos ostentan. Tod@s navegamos en un barco en donde la sensualidad no necesariamente es provocada por personas del sexo opuesto. No me van a decir esos señores cachondos que, tras morbosear en el table, no miraron con ojitos tiernos a su compadre. Tampoco es muy remota la posibilidad, que en la calentura etílica, algún@ se salte la...

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