Ivaginaria / Micro machito

AutorElia Martínez-Rodarte

En esta ocasión querido público, la palabra misteriosa del día de hoy es: "micromachismo". Es otro de esos fastidiosos vocablos que hacen más incomprensible el feminismo, pero que debemos de hablar de ellas para no salir con nuestra babosada micromachista.

Las situaciones que engloba el micromachismo son de la cotidianeidad, las vivimos todes y nos afectan por igual. Es decir, son esas cosillas del control de los batos, que quizás ni siquiera lo hacen por ser unos manipuladores totales, sino porque han crecido bajo el esquema de ser los cuidadores, protectores, guías, mentores, los más fuertes y listos, y toda esa bola de mentiras del machismo que provoca asimismo que los pobres hombres estén cargados de poderes que ni quieren ni poseen.

Ejemplos de micromachismos pueden ser: esos papás viejos que andan cuidando las genitalias de sus hijas, porque creen que ellas no se pueden cuidar a sí mismas. Como el león cree que todes son de su condición, el papacito lindo ni siquiera atina a confiar en la buena crianza de sus criaturas y prefiere tratarlas como unas muñecas violables.

Otro ejemplo claro de cómo funcionan los micromachismos, es cuando descalificamos a cualquiera por ser mujer, no sólo de manera evidente (que las corren o no las contratan por estar embarazadas o por romancear en el trabajo), sino por los roles que ejecuta o no. Me comentaba un lector que en su oficina las señoras de la limpieza se quejaban de lo cochino que ellos dejaban su oficina: ellas reclamaban porqué habiendo mujeres trabajando ahí, siempre estaba sucio: porque las gentiles afanadoras consideran que las compañeras deben limpiar...

El micromachismo es una conducta de hombres y de mujeres y por supuesto, se relaciona con el machismo, manipulación y control de la mujer. Por ejemplo, la naturalidad con la que se asume que la madre es la sirvienta de la casa; o la seguridad de que la esposa comprenderá y se conformará con las actitudes mamilas de su marido, sólo porque él sabe que ella no le va a decir nada; considerar tontas, torpes o ineficientes a las señoras, por falta de fuerza o de destreza para ciertas cosas.

Esta palabra fue acuñada hace 25 años por Luis Bonino, un psicoterapeuta argentino que se fue a vivir a España y ahí desarrolla estudios de género, orientados a conocer y reflexionar sobre el papel de lo masculino en la vida de la mujer, de cómo se comporta un hombre con ella y como afianza su papel en el poder o en la equidad. Nunca tendremos el balance...

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