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Ivaginaria / Manoseo

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Vincent
AutorElia Martínez-Rodarte

Siempre hemos abordado el tema de las relaciones consensuadas aquí. Entendiendo por algo consensuado al acto en donde las personas a ejecutarlo están de acuerdo. Por lo tanto el manoseo y marraneamiento que algunos y algunas realizan en los transportes públicos contra la voluntad de mujeres y/o hombres no es consensuado. Es un acto de violencia en contra de las personas, es un delito y la víctima posee todo el derecho de hacer el escándalo de su vida para que se castigue al trangresor.

Pobre, neta, del que me agarre una nalga a mí. De que me la agarra lo va a hacer, porque va con alevosía y ventaja: lo ha pensado. Pero mínimo le doy un bolsazo y una mentada, aunque en estos tiempos en donde no se sabe quién anda armado o no, podremos comprender que ya no se puede andar por la vida hociconeando ni con afrentosidades.

La cuestión es que en ése ánimo de querer proteger la privacidad de mi cuerpo y mantener mi espacio vital lo menos violado posible, está todo el mundo. Qué sería si por cada nalga que agarró un señor a alguna dama en el metro o camión, ésta le hubiese revirado pellizcando un testículo. A pues no, ¿verdad? Sería una cosa de justicia poética, pero quién soy yo para meterme con los cojones de nadie.

Lo importante es, querido, querida, que te gusta marranearte en otros en los sitios públicos atiborrados, - desde el transporte hasta el concierto -, debes considerar tus opciones.

Quisiera decir que también hay viejas gandallas que se marranean de chavitos y chavitas. Pero la mayoría de los manoseadores de la calle son varones. Eso es indebatible.

¿Por qué un señor se cree con el derecho de tentar a una muchacha que ve por la calle? Temo decirles, querido público masculino, que es una de las cosas que nos impiden acortar o concretar más bien, el camino de la evolución.

En la ansiosa selección natural del macho, éste ve en una mujer un objeto al cual puede poseerlo. Aunque sólo le agarre el...

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