Ivaginaria / Lencheando

AutorElia Martínez-Rodarte

La primera vez que una mujer me besó en la boca fue cuando estaba en la secundaria y jugábamos a la botella. Fue una sensación extraña, en especial porque tampoco me había besado con mucha banda, en aquel nostálgico pasado secundariano.

Como todas se dieron sus picos y terminó gustándoles, ash, pues digamos que fue un ensayo sobre besar. Entonces la idea de la lesbiandad estaba diluida en otros fluidos, y nosotras respondíamos a la ley de la selva. Queríamos sentir.

He presentado la semana pasada el libro El manual de la buena lesbiana 2, de la fantástica Ana Francis Mor y me he acercado a un universo femenino pleno de lesbianeses, pero también de la voz de una mujer que es bastante entrañable y querible, porque más allá de la idea de visibilidad de la comunidad lesbo, nos ofrece una poderosa y divertida narrativa.

Este libro, que es el debut de la empresa Ediciones Chulas, propiedad de las gentiles damas las Reinas Chulas, me lo eché bastante rápido debido a lo ágil que narra Ana Francis las vicisitudes de una mujer, más allá de su orientación y su preferencia sexual.

Ella habla de los problemas y vivencias de una cotidianeidad humana en la que todos podemos coincidir y empatizar. Es el punto de vista de una mujer ante el ser mujer, en todos sus roles y compromisos, y su relación, asimismo, de ser lesbiana.

Lo que me pareció divertido y desacralizador es que este tipo de libros que incluyen apertura y visibilidad de la comunidad lésbica, y obviamente por la lucha de la diversidad sexual que se lleva a cabo en este país. Y, seamos netos: sabemos que hay palabras con carga y con estigma, y la gente sigue regodeándose en ello.

Cuando la señora de la panadería me dijo que había visto el anuncio de que iba a presentar un libro sobre lesbianas, me hizo una serie de preguntas que me parecieron divertidas, empezando por: oiga, y ¿usted es de ésas?

Cuando le dije que era heterosexual no me entendió, y menos cuando bromeé y le dije que era heteroflexible, pero también asumí que la palabra lesbiana seguía siendo fuerte, pero ahora con una nueva dimensión de apertura que quizás con libros como El Manual de la buena lesbiana (1 y 2) se afiance.

La señora de la panadería ni siquiera pudo pronunciar la...

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