Ivaginaria / La leche de mamá

AutorElia Martínez-Rodarte

...la feliz pareja se casó como era lo esperado y se fue de viaje a un crucero, como dicta la tradición de las bodas bien de la gente súper bien. Las relaciones sexuales eran un hábito entre ellos, pero ahora casados, pues estaban bendecidas por la sociedad.

Cada noche después de que el feliz novio cumplía con el ayuntamiento conyugal en la luna de miel, salía a dar un paseo de recuperación de fuerzas. Después del coito el flamante marido desaparecía por un rato, hasta que la esposa, como dicta la antigua tradición, decidió seguirlo.

Lo vio internarse en el pasillo de los camarotes. Entró a uno de ellos. La esposa se posó frente a la puerta que su marido cruzó y a la cual no le dejó puesto el seguro. Ella estaba indecisa de entrar, tocar o gritar. Después de pensarlo unos minutos, entró.

Y ustedes mal pensados, que han de estar creyendo que el marido estaba empinado en plena sodomía con otro señor, o que estaba con una drag queen caracterizándose para un show o que estaba con una trabajadora sexual espectacular siendo azotado con látigos, pues no...

El flamante esposo fue sorprendido por su mujercita oficial cuando era amamantado por su madre, quien también iba en el crucero de la luna de miel, pero de incógnito. Nadie sabía que la suegra andaba en el mismo barco, sólo el hijito de su mamuchis, quien llevó a la señora para que no le faltase su proteína, para después de sus coitos.

Lo maravilloso de mi jale, querido público, es que jamás una termina de sorprenderse ni debe dejar de hacerlo. El complejo de Edipo, no sólo es otra de las jaladas que la cocaína le provocó a Sigmund Freud, sino un atavismo humano natural en ciertas etapas de su desarrollo, pero que en ciertos casos se convierte luego en una patología y en un comportamiento catalogado como desviación.

Como era de esperarse, la pareja se divorció, y me enteré de eso hace dos días en un almuerzo. Cuando me preguntaron ¿tú qué opinas?, solo alcancé a explicar el Complejo de Edipo, como conducta humana de amor y apego hacia la madre, un enamoramiento o limerencia, que es incluso habitual en los bebitos. Muchos no sueltan a la mamá, y rechazan al papá, porque consideran a su madre como una posesión y el único reducto de seguridad que conocen hasta ese momento de...

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