Ivaginaria / Imborrables momentos del drama

Los episodios vergonzosos de la vida en pareja son parte de los trances horribles que se deben vivir para que uno acabe de (des)conocer por completo al monstrill@ con quien se ha liado.

Encontramos muy seguido a amigos y amigas, que absolutamente espantados ante las reacciones de sus parejas, lanzan el grito enloquecido de: es que no sabía que era así (demasiado tarde: ya bien agarrado de los cojones/ovarios).

Otras son situaciones que uno causa por gandalla o porque ya la relación no funciona, como los truenes y cuando te cachan en una maroma ilícita.

La típica de cuando te sorprenden en la infidelis es una de las más impresionantes escenas a las que cualquiera se puede enfrentar. La cara de perro castigado que pone el o la infiel, sabiendo que su relación se encuentra en los últimos minutos de vida y que el ofendid@ está a punto de ponerles un cuete en el tafanario, es inolvidable. Pero más intensa aún la reacción del engañad@ quien, por alguna razón enferma, desea saber los detalles morbosos de la infidelidad: preguntan desde si les gustó, porqué con esa persona, si con el/la mancornadora sentía más rico, en donde follaron, cuántas veces, si de perrito... así hasta desgajarse en un inquisitorio sobre tamaños, sabores, colores y texturas. A veces la gente es ácidamente masoquista.

Estas preguntas son igual de increíbles que el manoseado "no es lo que estás pensando" justo cuando la persona infiel está injertado en la genitalia de "la otra u otro". Hay gente que no puede callar ante lo obvio...

Una de mis preferidas son las parejas peleando en público. Si por mí fuera tendía la alberca con lodito para hacerlos luchar encuerados y corría apuestas; pero con el zapateado que entre ellos arman ya tenemos suficiente diversión. Existen parejas que no saben reñir en la privacidad de sus hogares y tan pronto se acomodan en las reuniones familiares, fiestas o en el cine, montan la opereta.

La bronca empieza con el grito abierto de uno reclamando alguna cosa que ya se traen calentada desde broncas añejas. O bien comienza con una indirecta malalechosa de un@ de los agraviados: nada más...

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