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Ivaginaria / Las histéricas...

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Vincent

La histeria siempre ha sido a la mujer, como la ecuanimidad lo es al hombre, o al menos han intentado refundirnos esa falsedad en el tafanario a través de los siglos, para ponernos en un papel de que somos unas reinas del drama y que nos encanta el tablao.

Los romanos antiguos pensaban que las damas se ponían histéricas porque se les descolocaba el útero y se lo tenían que acomodar dándoles un susto. En muchas tribus ancestrales, a las mujeres se les confinaba a sitios de reposo para que pasaran sus días "hormonales", en los cuales se consideraba que se ponían más locas las morras. En la época victoriana, una de las más mochas de la historia de la humanidad, se inventó el vibrador.

Y literalmente se creó porque había una consulta masiva de mujeres "histéricas" que sólo iban a que el doctor se las dedeara. Nunca mejor dicho. El médico les aplicaba una masturbación, es decir atención digital, y ellas se aliviaban y volvían a la semana por más dedo.

En una sociedad como la victoriana, las mujeres no tenían permiso para enseñar ni siquiera una parte del tobillo, pero si eran pudientes, acudían con un acreditado doctor que les ponía una manoseada. Ciertamente el vibrador, que primero fue manual y luego eléctrico, fue creado porque la mano del médico se entumía a cada rato y con el tiempo, hasta sus asistentes quedaban con la manita trunca. Entonces la genialidad humana se puso al servicio de la curación de la histeria y nació el dildo. Alabado sea el creador.

Y ¿por qué necesitaban tanto dedo las damas? Pues porque sus maridos no se las follaban ya que el fornicio estaba solamente permitido para la reproductividad. La oración de "no es por vicio ni fornicio, sino para dar hijos a tu servicio" es la forma más contundente de ilustrar la importancia de la actividad sexual como productora de criaturas. Y también una reafirmación de que estaban cumpliendo el mandato de la iglesia, que les demandaba una tanda de criaturas, porque de las...

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