Ivaginaria / Gripa y mitos sobre el sexo

Traigo una de esas gripas que andan ahora tan de moda. Empecé hace dos días. Ya saben cómo es la gripa. Es como la visita de la suegra. Te la anuncia con una semana de anticipación y cuando la tienes en tu casa, no sabes cómo sacarla. Los truenos de la tormenta se manifestaron con un dolor de la garganta que arribó tras arduos meses de no enfermarme. Es más, la última vez que me acatarré fue en semana santa del año pasado.

Pero hoy, mis 154 centímetros de altura se encuentran absolutamente envirulados y me duele hasta el rímel de las pestañas. Y lo malo es que esta gripa mutante omitió el cachondo estadío del cuerpo cortado que, a decir verdad, es lo único que me gustaba del catarro.

La anterior gripa me asaltó con un cuerpo cortado maravilloso que me erizó cada uno de los poros del cuerpo. Como la electricidad, como los rayos sicilianos, como los fúlmines que atraviesan los campos, estaba yo. Sentía cómo pasaba la onda caliente de un lado a otro provocándome cosquillas, escalofríos, espasmos de calor, y una enorme cantidad de olas intensas de movimiento viral me recorrían desde la casa de las ideas hasta mis pies que ni siquiera alcanzaba a sentir de lo gélidos que estaban.

Pasé un par de días sintiéndome como un despojo humano tomando todos los remedios que me hubiera prohibido mi abuela Vicky Jay: te de eucalipto, spray eucasol en la ropa de cama y dos medidas reglamentarias de Cazadores reposado cada hora, y al día siguiente reposo completo acompañada de antibióticos diversos: no demasiados como para salir encuerada corriendo por la avenida Constitución, ni tampoco poquitos como para olvidar la vulnerabilidad de espíritu que sólo la gripa te da. Hasta al tercer día, como sucede en todas las profecías, salí de la casa tapándome la cara y evitando la luz del sol, la cual me parecía nunca había visto antes.

Todavía no he padecido una enfermedad que no haya logrado superar con un poco de coraje y una botella de licor, digo yo, citando al heroico y admirado compa Guillermo J. Fadanelli, así que heme aquí dispuesta a combatir al mutante virus que cada año, como la ropa de las pasarelas de la moda, cambia y se vuelve más estrafalario.

Además, fuera del dulce olvido de la enfermedad que nos ofrecen los aditivos intoxicantes, no hay nada efectivo contra la gripe. Por ejemplo, esa patraña de que el sexo destapa las fosas nasales, te hace sudar el mugrero de la infección, te libera de las toxinas del catarro y te descongestiona las vías...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR