Ivaginaria / Las formas del pudor

El tener pudor no es un opuesto al sexo, ni al ser sexoso, ni al ser perverso o pervertido. Simplemente se trata de un estado en el que la vergüenza reina: no sólo la de desnudarse, sino de ejecutar algunas otras acciones que no se relacionan precisamente con lo erótico o sexual. Por ejemplo, mucha gente es pudorosa para hablar en público o le da vergüenza llamar la atención.

Yo nunca he tenido pudor respecto al desnudo o no me da vergüenza mi cuerpo sin ropa. Fui a la foto legendaria de Spencer Tunick en el Zócalo, de hecho escribí una crónica para los Metro, y también me han tomado muchas fotos encuerada, desde los locos noventa. Sin embargo, a mí me parecía una idea hórrida amamantar a mi hija en donde fuese. Me parecía un acto incivil y de falta de respeto a ella.

Yo sabía que si alguien se acercaba a mí mientras le daba de comer a mi hija, y me decía el comentario incorrecto, yo me enojaría y qué necesidad de enranciarle el almuerzo a mi criatura. No era una cuestión de pudor o de que alguien me viese los senos: era un momento en el que mi hija estaba comiendo. Qué más sagrado puede ser eso: alimentar con tu cuerpo, algo que fabricaste en tu cuerpo. Es increíble.

Pudoris en latín significa vergüenza, y revela que nuestro pudor sólo es una defensa ante nuestra sensación de vergüenza, pero con el tiempo ese pudor se convirtió no sólo en algo relacionado con lo que nos da pena, sino también se transformó en lo que el culto católico llama pecado, porque lo que no tiene pudor es impúdico, ergo no le da pena, entonces no es pudoroso, pudendo, púdico o pudibundo. Ello nos deriva en una serie de hermosas palabras y nos refrenda la riqueza del español sólo para referirnos a la carga de la vergüenza.

Sin duda mi preferida es pudenda, que se utilizaba antes para hablar de la genitalia o de los órganos sexuales pélvicos externos, siendo más específicos, el pene y la vulva y su zona circunvecina.

Si quisiéramos abordar el término del pudor de una forma positiva y asertiva, podríamos practicar más allá del pudor, el respeto a nuestro propio cuerpo, así como su cuidado.

Nuestra medida del pudor la establecemos nosotros y es justo poner los límites respecto a ello...

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