Ivaginaria / De las flores...

Ante las flores nadie puede sentir indiferencia. Están en el inicio y en el final de nuestras vidas. Nacemos y ahí están agrupadas en un arreglo, esperando en el cuarto de las felices madrecitas y también encima de la caja que nos llevará a las cenizas, acompañados del polvo en el que se transformarán los pétalos en la molienda del tiempo. A través de nuestra existencia muchas flores nos aromarán, o apestarán, la vida.

Por sus antecedentes y su historia, las flores se llaman y significan diversas cosas de acuerdo a su lugar de origen. Por ejemplo en los campos de Grasse, en Francia, todo el sitio es floreado y verde, y las flores parece como si se volviesen un lugar común. Pero de esos mantos de lavanda fresca nacerá la fragancia que andará colgada en el cuello de una mujer y que será el aroma que quizás, traerá del cuello asimismo, a una persona que ella ame. La vida de las flores es eterna y pese a su denominación, siempre dan significado a algo.

Cierta vez estaba yo bebiendo unos tequilas con un grupo de controversiales caballeros. Cuando llegó a nuestra mesa un señor vendiendo flores, uno de los mencionados compañeros compró un ramo que me regaló.

Aunque quise permanecer en mi posición de mujer malvada, la verdad, si me quebré. Soy una fácil, ash. La plática siguió versando sin ningún sentido, como lo dicta el protocolo alcohólico, cuando uno de ellos preguntó que, si yo me quedara en una isla desierta, con cuál de ellos me gustaría estar. Ash... "Pues con mi compadre que me regaló flores", contesté. Las flores otorgan a quien las regala una garantía de que quien las recibe no va a permanecer indiferente.

Pero como a las flores también van las pasiones. ¿Por qué los hombres creen que van a contentar todo con un ramo? Esta pregunta no está dicha afrentosamente, es sólo curiosidad. A fe mía, la flor es un instrumento de sobrevivencia ancestral y que seguro se encuentra en nuestro ADN. No dudo que los primeros hombres ofrecían una florcita, o lo que se pareciese, a su mujer para que dejara de gruñir. Dar flores es como entregar pensamientos, entonces en el acto de regalarlas, nos damos a nosotros mismos y el instante en que...

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