Ivaginaria / Flato y sexo

Echarse pedos o flatulencias cuando estamos en el acto sexual es un lugar común. Hay gente que prefiere comerse su propio flato y no expelerlo, ante la vergüenza del olor y del ruido que se suscitase con su salida, pero yo prefiero flamear todo ser viviente a mi alrededor antes de aguantarme un pedo, que no es para nada saludable ni congruente. Sólo tenemos el hermoso vehículo de nuestro organismo y no respetarlo o protegerlo significa morir un poco.

En el ejercicio sexual es algo normal y cotidiano echarse pedos y muy saludable, pero debe de expresarse la intención y la posible consecuencia de un gas que lanza a la atmósfera sin previo aviso. Uno de esos episodios vergonzosos sobre pedorreadas de la existencia, ya ahora me vale, fue cuando estudiaba la carrera, con mi amigo Arturo. Éramos muy unidos y siempre estudiábamos juntos, y un día estaba echada en la cama nalgas para arriba cuando emití un gas a nuestra atmósfera. Como el ventilador estaba cerca pensé que iba a orientar el pedo hacia destinos lejanos a mi compadre, pero cuando dijo: "¿te echaste un pedo Pita?" supe que estaba perdida. Quise echarle la culpa al olor del baño porque la puerta estaba abierta, pero yo ya había dejado mi huella en el ambiente. Ahora me da risa, pero en aquellos días bíblicos, preferí afrontar el escándalo antes de apretar el orto y ahogar mi flatulencia.

El pedo es un descanso para el cuerpo y es un episodio que acontece en el último tracto del intestino: en el colon. Las circunstancias que propician la flatulencia se relacionan con las bacterias de la flora intestinal y la forma en que los alimentos se asimilan a nuestro organismo. Entonces al haber una digestión comprometida, el pedo saldrá para aliviar el cuerpo y permitirle continuar con su labor de asimilación de nutrientes.

Más allá de que el cuerpo descansa, como sucede con el eructo, en el pedo intervienen fuerzas corporales que no sólo alivian al organismo sino que lo fortalecen.

Cuando sale un flato el piso pélvico controla su emisión. Es decir, cuando sabemos que viene un gas, nuestro primer impulso es controlar su ímpetu apretando el culo. Sin embargo gracias a la fuerza y al control del piso pélvico, no sólo podemos emitir un pedo sin problemas...

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