Ivaginaria: Escorts y genias de Japón medieval

Las jerarquías de trabajadoras sexuales en Japón medieval y en su sofisticada historia, son muy variadas, como lo han sido en otros pueblos y culturas, en donde los niveles de prostitutas determinaban no sólo su precio, sino su prestigio y hasta influencia en la historia del gobierno y gobernantes.

Las oiran eran unan unas prostitutas de alto nivel, con riqueza y sofisticación, pero ante todo manejadoras de su dinero, aunque tenían representantes y se dedicaban a una industria de la trata de personas al final de cuentas, porque las niñas que se dedicaban a este oficio en Japón, eran vendidas, raptadas o robadas a sus familias de entornos rurales.

Estas niñas iban a parar a los burdeles japoneses de hace casi quinientos años, en donde tendrían casa, comida, educación para convertirse en kumuro y con suerte en oiran, o permanecer en ese mismo rubro como asistenta, administradora o parte del negocio de alguna forma, porque las criaturas sólo triunfaban si estaban bonitas. Aunque su nivel de elegancia en su trato, educación, modales y cultura eran determinantes para que ellas pudieran ser las prostitutas de élite, la belleza era un factor inamovible y parte de lo que les daba su legendaria presencia de rockstars y les otorgaba de inmediato su rango en el negocio.

Además de ser unas mujeres educadas para la atención de hombres, las oiran sí eran trabajadoras sexuales y realizaban sexo con sus clientes, al contrario de las geishas, quienes tenían y tienen hasta la fecha, un entrenamiento para entretener. Tocan el shamisán, bailan, representan obras, ejecutan la ceremonia del te, saben servir y estar al pendiente de las necesidades de su cliente, conversan de tema amenos y hasta complicados, sin entrar en controversias...pero no se acuestan con la banda.

Lo mejor de las oiran es que ellas también entretenían igual que las geishas, pero su aportación extra además de la actividad sexual, era la aplicación al cliente, que por lo general era una persona poderosa y selecta. Un hombre con acceso a lo que estaba vedado al peladaje, como lo eran mujeres de tal magnitud y producción. Por esa misma razón aún prevalecen las geishas en Japón y no las oiran, ya que en 1956 fue prohibido el trabajo sexual en dicha nación...

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