Ivaginaria / ¿Diste a lugar?...

Ahora que me encuentro en Monterrey escribo sin culpa la chisma que les voy a contar que está demasiado buena. Abran una chela / trago y tráiganse unos chicharrones para proceder.

Fue días antes de que terminara el año. La mañana estaba muy linda, como siempre en Saltillo. Soleada e invernal. El patio poblado de las hojas del añejo árbol. Y como una mosca embarrada en un prístino vidrio, vislumbré a un señor quitando la pintura de una de las seis casas de nuestros vecinos, que conforman una privada. Sus casas dan a la nuestra, por lo que es inevitable verlos coger, pintar sus paredes, que les floreen las nochebuenas y hasta el ladrido de sus perros, que hacen coro a nuestros seis perros.

Lo vi y pensé: problemas, porque el hombre podía vernos pasar por el patio común, de nuestra propiedad que asumíamos privada. El día sucedió en paz. De pronto en la tarde, tras caminar con mi tía hacia su casa, ella vive hasta el fondo de donde nosotros habitamos, noté que el viejo balbuceaba. No le di importancia hasta que escuché obscenidades que nos decía pero sin dirigirse, como esos batos taimados que tiran un golpe pero corren. Ni siquiera tenía los cojones de decírnoslo de frente, sino hablando entre dientes y sin arrestos. Cabe mencionar que se dirigía a nosotros y él trabajaba en un sitio deshabitado.

Yo ya iba llegando a casa de mi tía, quien tiene 90 años y a quienes ustedes conocerán seguramente en mi funeral, cuando oigo a lo lejos que nos dice unas groserías y que me regreso.

¿Qué dijo señor?, le pregunto desde la propiedad privada que el viejo rancio ya estaba invadiendo al acosarnos desde la de los vecinos, sus empleadores. Si mi ventana da hacia la de los vecinos, no voy a socializar desde ahí, porque estoy violando su privacidad y desde allá también. Y menos decir obscenidades de viejo rancio a otras personas desde una propiedad privada colindante hacia otra.

El tipejo horrible se me puso al tiro. Y yo furiosa. Generalmente cuando alguien me dice algo en la calle o se pasa de veras, me regreso y lo enfrento; en la mayoría de los casos dicen: ay no cómo cree, yo no dije nada, usted está loca o estás histérica...hasta ahora no he conocido a nadie con cojones...

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