Ivaginaria / Cuestión de piel

Si hiciera un mapa personal de las pieles de México existirían sólo dos tipos. De la mitad para arriba, para el norte, muchas de las pieles poseen una textura de reptil terroso. Esto no es nada horrible, porque cuando raspa más, se siente recio y fuerte. Cuando una acaricia una epidermis de este tipo, como atortugada y con polvo de hace mil años, entiende que acá hace mucho sol y el frío siempre agarra desprevenida a la gente norteña como si nunca hubieran aguantado un viento fuerte.

Son pieles demasiado tatemadas, entonces cuando uno acaricia esos brazos rugosos e incluso la dermis del rostro, cree que se está echando a uno de los vaqueros de "El secreto de la montaña", y más o menos así se siente, porque es un traje para el cuerpo de la gente de acá, estar muy güero de rancho arrugadito y lleno de chapetes, como lo somos casi tod@s; o bien unos acá, muy quemados, pero eso sí, con la piel muy trasijadita; o los morenazos peludos, de esos que literalmente es como cogerse a un oso.

Y esa piel brava es de hombres y mujeres, con la diferencia de que la mujer a veces la cuida más, a diferencia de much@s que ni crema se quieren echar, por eso se siente más la piel de iguana cuando una va pasando la manita por la curva de las nalgas.

Pero la piel ríspida posee una fricción que no tiene ninguna otra, porque es una fiesta para la boca, los labios y la lengua, por las sensaciones que provoca y porque devuelve una caricia potenciada y sabrosa.

Del centro mexicano para abajo, al sur, la cuestión con la piel es opuesta. Aunque no he saludado a todos los estados del país en persona, pero sí muy de cerca, la dermis centro sureña es suave y sedosa.

Por supuesto que la piel es a la comida, y creo que lo primero que pensé allá en la prehistoria, cuando toqué por primera vez una suavidad así, fue que toda esa tersura y sabrosidad provenían de las viandas deliciosas que en el centro-sur se empacan. Pura delicia que un@ se está comiendo mientras recorre esas pieles.

Hombres y mujeres centro sureños son pura suavidad, y por supuesto que debo hacer un especial reconocimiento a las pieles chilangas, que son, ash, de mis preferidas porque además siempre huelen bien rico. Tengo un reclamo permanente de otras pieles mexicanas que...

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