Ivaginaria / En tu casa o en la mía

AutorElia Martínez-Rodarte

En el momento en que decidimos que alguien entre a nuestra casa, como una persona que va a dormir ahí y quizás a ingerir alimentos y nuestros cuerpos, se decide una fase de una relación.

Lo iniciático sería no dejar entrar a cualquiera. Aviéntense el motelazo hasta que agarren confianza y conozcan verdaderamente a la mujer o al hombre con el cual están saliendo.

Dejar entrar a una persona nociva a la casa porque no la conocemos bien, es como llevar la plaga a nuestro propio territorio, así que no consuman todo lo que levanten en su santo hogar. Fornicien en moteles o en lugares emocionantes, pero traten de que la persona que va a su casa sea alguien que conozcan de tiempo atrás y sea confiable. Sí es necesario puntualizar ahora que debemos cuidarnos los un@s a los otr@s en un país violento como el nuestro. Ya no son como en épocas de otrora en que irte de jarras y levantarte en una casa ajena jamás vista antes, era algo normal y seguro. Ahora es rifártela...

La principal tara de las relaciones actuales es que nos metemos a la alberca demasiado rápido, y deseamos tantas cosas tan vehementemente, como amar y salir de la mano con una persona, que siempre andamos escogiendo entre los saldos de la humanidad.

Entonces dada la desesperación y con la idea que a lo mejor vas a llevarte cualquier garra, debes de ponerte límites ante el ingreso de gente nueva a tu casa, en especial porque propiciar la cercanía es para conocerse, no para mudarse juntos.

Las personas que dejan entrar demasiado rápido a otros a su casa en el terreno sexual, por lo general transforman la relación de sexosa, a una especie de amasiato cómodo, en la que libran la tarifa del hotel.

Sin embargo es urgente y preciso un periodo a prueba antes de que uno o el otro visite la casa de quien se está forniciando, ya que eso determinará un paso en la relación.

Debido a nuestra falta de educación en la vinculación afectiva, much@s vamos a la pareja o al romance, como la palomilla al foco. Nos enredamos a la menor provocación y cuando nos enteramos ya estamos viviendo con alguien que ya quiere tener sexo sin condón o quiere traer sus cosas.

Ése es el fundamento de las relaciones que empiezan como un buen...

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