Ivabelle Arroyo / Slim en Guadalajara

AutorIvabelle Arroyo

Carlos Slim estuvo ayer en ese bello recinto del Cabañas pintado por el maestro José Clemente Orozco. ¿Bello recinto? No; corrección. Cuál bello, si tiene un inquietante, demoledor, tremendo, devastador (pero genial) mural socialista sobre la lenta agonía del mexicano más pobre. Qué curioso que en ese espacio culminara el paseo del mexicano más rico para promover el llamado Acuerdo de Chapultepec.

Antes de llegar acá, el presidente del grupo Carso visitó a las élites de Zacatecas, Mérida, Monterrey, Veracruz, Morelia y Chihuahua, y dirigió rituales simbólicos de adhesión de algunos de los Gobernadores y empresarios más importantes del País.

¿Pero de qué se trata el mentado acuerdo? ¿Por qué hubo ayer manifestaciones afuera del Cabañas? ¿Y por qué tan contento el Gobernador de Jalisco? ¿Por qué desde el principio, el acuerdo provocó lo mismo serviles aplausos que gritos desgarradores de dogmáticas gargantas?

Quizá sea conveniente darle una repasada, pequeñita, a lo que dice el tan llevado y traído "Acuerdo nacional para la unidad, el Estado de derecho, el desarrollo, el empleo y la inversión". Si lo quieren leer completo, pueden encontrarlo en Internet en www.consejomexicano.org.mx y en muchas otras páginas. Vale la pena y son sólo siete hojitas.

El documento tiene la estructura clásica: hace un diagnóstico con énfasis en la necesidad de leer al País (por así decir) en un contexto global y plantea cinco objetivos: consolidar el Estado de derecho, lograr un crecimiento económico sostenido y sustentable, invertir en capital humano, acelerar la construcción de infraestructura y hacer eficiente la administración pública.

Para consolidar el Estado de derecho sugiere combatir institucionalmente la corrupción y la impunidad; invertir en capacitación policial, sistemas de comunicación y métodos de investigación; modernizar los reclusorios; dotar de autonomía al Ministerio Público; simplificar y fortalecer las leyes judiciales, y acotar el financiamiento y las campañas electorales. Nada mal, aunque esté incompleto.

Para lograr el desarrollo económico, propone simplificar la política fiscal y cambiar su ánimo recaudatorio por uno promotor del crecimiento y distribuidor de la riqueza; mantener las variables macroeconómicas alineadas con el FMI (bueno, no lo dice así, sino que las detalla); eliminar trámites innecesarios (¡sí, sí!), y algunas otras condiciones que ya no cuentan porque se acercan más a la definición...

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