Ivabelle Arroyo / Legislatura chatarra

AutorIvabelle Arroyo

Aparentemente, el tema de la ley contra los alimentos chatarra es muy menor. Imagínense, frente a la posibilidad de que el Gobernador Francisco Ramírez Acuña sea el próximo Secretario de Gobernación, frente al inesperado regreso de Fernando Guzmán Pérez Peláez a la Secretaría general de Gobierno o incluso frente al esperadísimo regreso de Salvador Cosío de la tierra de la China, la legislación contra los Gansitos parece ser un tópico de maestras malencaradas y diputados desquehacerados.

Sin embargo, esa sola ley refleja infinidad de miradas sobre la política, sobre el individuo, sobre la libertad, sobre los derechos individuales, sobre los derechos de mercado, sobre el papel que debe o puede jugar el Estado y sobre las prioridades que han establecido los legisladores salientes.

¿En dónde se acelere el reloj del tiempo legislativo para que ya se vayan? Urge que se detengan, dejen de viajar a China, a Miami o a Chile y se dediquen a molestar a menos gente de la que molestan aprobando tonterías. Verdad es que no todos son una vergüenza (Rocío Nakamura, Alonso Ulloa, Antonio Muñoz y Joann Novoa han alcanzado a marcar su raya) y verdad es también que entre todos alcanzaron a modificar dos que tres arenas importantes (como el costo de los partidos pequeños o la rendición de cuentas), pero no pasan tres meses sin que vuelvan a presumir sus limitaciones.

Esta vez le tocó a la comida chatarra, que los sapientes legisladores consideran nociva hasta las lágrimas y perniciosa hasta la grosería; mala como Bin Laden en un kínder de Nueva York y peligrosa como Raúl Padilla en un Congreso.

Por eso, y del lado de los buenos, se pusieron a trabajar para que ninguna tiendita, ningún vivales, ninguna madre despreocupada, ningún padre maleducado y ningún chaval equivocado, venda, compre, coma o promueva el consumo y la venta de productos envueltos en celofán, cubiertos de chocolate, bañados en tamarindo, rebozados en sal y aceite, conservados con benzoato de sodio, coloreados con Amarillo 3 o mezclados con la malévola y engordadora azúcar de caña.

¡Que ninguna escuela se atreva a vender un Gansito! ¡Que ninguna madre ose enviar un Carlos V! ¡Que ningún niño cometa el delito de disfrutar unos Chetos frente a las autoridades! ¡Que nadie vuelva a chupar una endemoniada paleta de caramelo con sabor a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR