Isabel Turrent / Pottermanía

AutorIsabel Turrent

Para Daniel por sus cuervos.

Me convencieron las cifras y los chinos. Había resistido por años la presión de mi hijo pottermaniaco que colocaba sobre mi escritorio, uno tras otro, los ejemplares de Harry Potter después de leerlos, porque padezco una alergia aguda a los fenómenos publicitarios. Pero con el lanzamiento del séptimo y último libro de la serie, bajo el intraducible y macabro título Harry Potter and the Deathly Hallows, se publicaron también los números que la serie había vendido desde la aparición del primer libro en 1997: 325 millones de ejemplares. Demasiados para responder tan sólo a la publicidad, por más masiva, globalizada e inteligente que sea. Las expectativas que había despertado el anuncio del final de la historia habían generado fenómenos que tampoco podían explicarse totalmente con base en la campaña publicitaria que rodea al fenómeno Potter. Del otro lado del mundo, en China, varios escritores novatos habían decidido adelantarse a J.K. Rowling -la autora británica de Potter- y habían dedicado horas, más una notable imaginación y laboriosidad, al fraude literario. Entre el sexto y el séptimo libro de Rowling, en China se publicaron ilegalmente muchos potters que llevaban a Harry por otros senderos y en busca de otros destinos. Harry Potter y el Imperio Chino, Harry Potter y el Dragón Itinerante y Harry Potter y el Leopardo-Dragón son algunos de los títulos de autores chinos que pretendieron adelantarse a Rowling.

La única manera de saber qué había detrás de la publicidad, los números y Potter en China era leer los libros. Aproveché la asesoría de mi potteriano personal -que aceptó a regañadientes llenar los huecos de los libros que decidí no leer (toda concesión tiene sus límites)- y me senté a leer los abultadísimos (652 más 759 cuartillas) últimos dos ejemplares de la serie. Me consoló pensar, mientras me hundía en el mundo de muggles y magos, azkabanes y Hogwarts, unicornios y gigantes, sangres "puras" e "impuras", y hasta hechizos y varitas mágicas de Rowling, que, a fin de cuentas, ella había arado en un terreno muy fértil: la tradición de literatura fantástica en Gran Bretaña es larga y rica. Cuenta entre sus filas a Lewis Carroll, Aldous Huxley, George Orwell y J.R.R. Tolkien.

Rowling explota, con mucho éxito, el anhelo de mundos alternativos que ha acompañado a la humanidad desde siempre: la búsqueda de realidades pobladas de seres fantásticos donde todo puede suceder. El de Potter es un mundo alternativo que...

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