Isabel Turrent / Trump: desde el pantano

AutorIsabel Turrent

Trump tiene una sola ventaja: es transparente. Ni matices, ni sutilezas políticas. Las órdenes ejecutivas que han salido de la Casa Blanca desde que Trump asumió el poder intentan proyectar una imagen de eficacia -cumple lo que prometió- por encima del caos que priva en Washington.

Esas órdenes no pasaron por los departamentos y funcionarios que usualmente las revisan y aprueban, y se promulgaron en medio de una lucha de poder entre el grupúsculo de ideólogos que rodea a Trump y decide por burócratas, congresistas y jueces.

Hasta hoy van ganando la partida los más fanáticos de los ideólogos: Steve Bannon y su lugarteniente, el soberbio paladín del racismo Stephen Miller. El yerno, que juega el papel del idiota útil, se ha desvanecido, y Reince Priebus, que debería acotar al Presidente en nombre de los intereses republicanos, ha decidido abrir, como todos los miembros de su partido incrustados en el Legislativo y en decenas de gobiernos estatales, un vergonzoso compás de espera.

McConnell, el líder republicano del Senado, y Paul Ryan, cabeza de los representantes, han firmado un pacto fáustico con el diablo: su alma a cambio de que el Presidente aplique la agenda republicana: disminuya los impuestos a los ricos, elimine las regulaciones al sector financiero, destruya Obamacare, el Estado benefactor y cualquier programa de protección ambiental.

El GOP se está jugando la vida política. Y está apostando con la moneda de la democracia estadounidense. No sorprende que muchos hayan recurrido a la comparación histórica con Hitler: es un ejemplo inmejorable de cómo un demagogo como Trump, abismalmente ignorante, iconoclasta, que tiene como únicos principios sus intereses y dispuesto a demonizar y aplastar a sus oponentes, puede demoler una democracia liberal.

Pero no hay que viajar tan lejos en el tiempo: ahí está la "democracia dirigida" de Putin, que es parte y modelo del proyecto político de Trump. Putin, como la mayoría de los dictadores, enraízan y crecen en el terreno fértil de la crisis.

A diferencia de Rusia a fines del siglo XX, Estados Unidos no es un país en crisis. Pero la realidad -y los hechos- son un problema menor: como en Rusia...

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