Isabel Turrent / Rusia y el Cáucaso

AutorIsabel Turrent

El renacimiento de los nacionalismos que fragmentó la Unión Soviética no respetó fronteras. Los nacionalismos locales levantaron la cabeza también dentro de varias de las ex repúblicas de la URSS que asumieron su independencia a principios de los noventa. Georgia, una pequeña nación que había estado tres centurias bajo la bota de Moscú, enfrentó las demandas secesionistas de dos territorios: Abjazia y Osetia del Sur, que se proclamó independiente en 1993.

Lo que debió haber sido un conflicto interno en un país periférico de Rusia se convirtió en un interés estratégico fundamental para Moscú, gracias a Chechenia y al avance de Occidente en lo que Rusia llama el "exterior cercano": los países que habían conformado el bloque socialista y la Unión Soviética. La posición geográfica de Osetia del Sur y de Abjazia se transformó en un asunto clave para Rusia, como trampolín para sus tropas, o simplemente para proteger la retaguardia del Ejército ruso durante la cruenta guerra chechena. Moscú se convirtió en el promotor y protector de osetios y abjazos secesionistas.

Por su parte, Europa y Estados Unidos aprovecharon el vacío de poder en lo que había sido el territorio y la esfera de influencia de la URSS -resultado del caos político, económico y militar en Rusia en los noventa- para incorporar a los países de Europa Central y del Báltico, no sólo a la OTAN, sino a la Unión Europea (UE). Dos naciones quedaron fuera del proceso: Georgia y Ucrania. Pero ambas establecieron una estrecha relación con Occidente. Los ucranianos a partir de la famosa "revolución naranja" y los georgianos, después de la elección de un presidente ultranacionalista -Mikheil Saakashvili- que proclamó a los cuatro vientos su deseo de incorporarse a la OTAN y estableció una alianza de facto con Washington. Estados Unidos tenía -al menos hasta principios de agosto- 130 asesores militares que habían modernizado al Ejército georgiano, consejeros civiles, empresarios y contratistas involucrados en todas las esferas del gobierno.

El acercamiento de Ucrania y Georgia a Occidente generó una inmensa alarma en Moscú. Entre otras cosas, porque la pérdida del control sobre Ucrania, sumada a la incorporación polaca a la OTAN y a la UE, es un golpe directo a la posible defensa del territorio ruso: las invasiones que han puesto en riesgo la existencia de Rusia como nación, desde Napoleón hasta Hitler, han transitado siempre por el territorio polaco y ucraniano.

La importancia geopolítica de...

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