Isabel Turrent / El reino de los indecisos

AutorIsabel Turrent

Auna semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, es todavía imposible saber con certeza cuales serán los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta que se llevará cabo el 6 de mayo. La mayoría de las encuestas dan un 27 por ciento de la votación a Nicolás Sarkozy, del partido de derecha gaullista, UMP. Una ventaja de dos o tres puntos sobre Ségolène Royal, la candidata del Partido Socialista. Un tercer candidato, François Bayrou del pequeño partido Unión para la Democracia Francesa, ha repuntado notablemente: los encuestadores pronostican que obtendrá alrededor del 20 por ciento de los votos el 22 de abril. El cuarto contendiente, el eterno Le Pen, que representa a la derecha xenófoba, se llevará previsiblemente un 15 por ciento. Previsiblemente, porque se calcula que muchos votantes que lo favorecerán en las urnas, no se han atrevido a declarar abiertamente su voto por Le Pen y aparecen en las encuestas en las filas de los indecisos. Este es, hoy por hoy, el partido más numeroso de Francia, y el factor que impide hacer un pronóstico cierto sobre el resultado electoral: 45 por ciento del electorado no ha decidido aún su voto.

La indecisión del electorado es producto de un malestar que el país viene arrastrando, de menos, desde que Jacques Chirac tomó la Presidencia en 1995. Desde entonces, era evidente que el poderoso estado benefactor francés era, a la larga, insostenible. La deuda pública era de más de 60 por ciento del PNB, el desempleo mayor al 8 por ciento, Francia estaba perdiendo dinamismo en el exterior y la economía crecía a una tasa insuficiente: alrededor del 2 por ciento. Nadie sabía mejor que Chirac que el país necesitaba una reforma a fondo. Sin embargo, el Presidente perdió muy pronto la voluntad de emprender un cambio radical y entregará a su sucesor en 2007, un país con los mismos problemas que no pudo o no quiso resolver.

Para desgracia de Francia, el dilema de esta elección fundamental no está en elegir al mejor entre los tres candidatos que puntean las encuestas, sino en el hecho de que ninguno está a la altura de las necesidades del país. Es difícil saber a ciencia cierta qué se propone cada uno de ellos porque en las últimas semanas, todos han escenificado maromas ideológicas poco edificantes y han pretendido moldear sus programas y hasta su carácter, de acuerdo con los deseos de los votantes. Ségolène Royal, que había atraído al electorado por su carisma y su perfil independiente, ha...

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