Isabel Turrent / Israel: una paz elusiva

AutorIsabel Turrent

Dos décadas después de la firma de los malhadados acuerdos de Oslo, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, anunció hace unos días la reanudación de las pláticas entre israelíes y palestinos. La negociación entre ambos, patrocinada por Washington, se ha convertido en un ritual obligado en cada segundo periodo de gobierno de los presidentes que logran reelegirse y pueden desperdiciar una fracción de su capital político en el Medio Oriente.

Diversos factores deben haber pesado en los cálculos de Barack Obama para dar luz verde a Kerry. A pesar de que negociar un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos ha resultado la tumba de los diplomáticos más avezados, la situación en el resto de los países de la región es aún más intratable. El gobierno de Erdogan en Turquía es cada vez más autoritario, pero Washington no puede ejercer presión sobre él porque no puede correrse el riesgo de perder un aliado estratégico en el Medio Oriente. El mismo argumento se aplica a Egipto donde un golpe de Estado militar -que la Casa Blanca no puede calificar como tal porque tendría que suspender la ayuda a Egipto- amenaza enterrar lo que queda de la primavera árabe.

El caso de Siria es aún más delicado y sintomático de las nuevas fracturas que aquejan al Medio Oriente y que han reducido notablemente la capacidad de maniobra diplomática de Estados Unidos. La guerra civil siria se ha convertido en el escenario del desencuentro actual, abierto y bélico, entre las dos más grandes corrientes del Islam: el chiismo y el sunismo. Enfrentamiento que ha colocado a Washington entre la espada y la pared: entre sus aliados suníes que apoyan a los rebeldes fundamentalistas, y los chiitas que conforman la mayoría de la población iraquí, a la que Washington no puede traicionar. Para no hablar de la necesidad inescapable de Obama de no confrontar al régimen teocrático chiita iraní que ha arrastrado interminablemente un posible acuerdo sobre el desarrollo de su industria nuclear.

El Presidente optó por abrir un compás de espera frente a esos países, y apuntalar el tambaleante prestigio de Estados Unidos en el Medio Oriente enfocándose en buscar un arreglo entre palestinos e israelíes que cuenta con el apoyo de casi todos los actores de la región, suníes o chiitas.

Poner los cimientos para empezar a negociar la paz entre israelíes y palestinos -que es a lo más que puede aspirar Kerry en estas negociaciones que algunos han bautizado ya como "pláticas sobre las...

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