Isabel Turrent / Inglaterra y Europa: ser y no ser

AutorIsabel Turrent

"To be and not to be" parecería ser el lema hamletiano de la política británica frente a Europa. Política que culminó en el voto a favor de Brexit, como se ha bautizado a la salida de Gran Bretaña de la Europa unida, que refrendó en junio una mayoría del electorado.

Las naciones europeas, unidas o desunidas, han sido históricamente el fantasma que ha definido la política exterior inglesa.

En el imaginario británico, el canal que separa a Inglaterra de Europa ha sido siempre elástico. Puede encogerse cuando los británicos deciden -o se ven obligados- a intervenir en los asuntos europeos para evitar el surgimiento de una potencia continental dominante que amenace sus intereses (Francia, España, en su momento de mayor poderío, o Alemania ahora, lo mismo da); su existencia misma (durante las dos guerras mundiales), o cuando sumarse a las instituciones europeas favorece al país (por lo que se incorporaron -con reservas, claro- a la Comunidad Económica Europea y a su sucesora, la Unión Europea [UE]).

El canal también puede ampliarse hasta convertirse en un océano abismal, cuando el poderío inglés -en los tiempos de gloria imperial, por ejemplo- alimenta la fantasía de existir a una distancia insalvable del continente o cuando el nacionalismo irracional domina al electorado y Gran Bretaña opta por convertirse en una fortaleza autárquica.

Brexit es el mejor ejemplo del triunfo del imaginario irracional sobre el balance pragmático que debe regir cualquier política eficaz. La decisión de Theresa May, la nueva Primera Ministra británica, de abrazar a Brexit en el ámbito interno y exterior es la mejor muestra de la ruina política y económica que deja a su paso el voto no razonado.

Los brexitistas le prometieron a sus seguidores que abandonar Europa no tendría consecuencias mayores. Sería un Brexit "lite": to be and not to be. Los británicos seguirían gozando del acceso al mercado común europeo, pero recuperarían el control de sus fronteras (y de la entrada de inmigrantes, que tanto pesaron en la votación) y se librarían de las regulaciones y normas que les imponen Bruselas y la Corte de Justicia europea.

Demagogia pura. En los dos discursos que Theresa May hizo durante la reciente Conferencia anual del Partido Conservador en Birmingham, la Primera Ministra enfrentó a los británicos con la dura realidad.

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