Isabel Turrent / Después de Gaza

AutorIsabel Turrent

Las predicciones y los temores alrededor del retiro de 8 mil 500 israelíes que ocupaban más de 20 asentamientos en la Franja de Gaza y cuatro en el norte de Samaria, resultaron exagerados. Por primera vez en mucho tiempo, la realidad desmintió a quienes preveían un nuevo y largo conflicto en la zona; esta vez, entre israelíes, o, como es costumbre, entre israelíes y palestinos, si algún grupo radical rompía la tregua acordada con la Autoridad Palestina (AP). Hasta ahora, los choques entre pobladores y soldados y policías han sido pocos. Aun así, el retiro no debe haber defraudado a los miles de reporteros y fotógrafos que descendieron sobre Gaza y transmitieron las escenas del desalojo al mundo entero: abundaron las despedidas dramáticas y las muestras de genuino dolor de los pobladores por la pérdida de sus hogares y la desaparición del sueño de un "Gran Israel" que abarcara Gaza.

El retiro unilateral de Gaza, que terminará previsiblemente el martes, fue un modelo de organización y de preparación de las fuerzas del orden. Pero fue ante todo una prueba de la fortaleza de la democracia israelí y sus instituciones, que era precisamente lo que estaba en juego en el choque entre el gobierno -con un mandato mayoritario a favor de la salida de Gaza- y una minoría que pretendía sustituir a esa autoridad democrática con una autoridad supuestamente superior. Lo que pudo haber sucedido en Gaza reafirma también una verdad que sería tan sólo un lugar común si el fundamentalismo religioso no hubiera sentado sus reales en muchos países. El hecho de que la mezcla entre religión y política es siempre explosiva.

El retiro de los pobladores israelíes de Gaza dejó al descubierto una vez más la brecha que separa a la mayoría secular del país y a la minoría religiosa, y la divergencia, menos evidente pero no menos grave, entre el sionismo religioso que predican muchos de los pobladores de Gaza y el sionismo secular sobre el que se fundó el Estado de Israel. El primero enarbola una ética de la convicción que ha pasado por encima de los intereses estratégicos nacionales; el segundo practica una ética de la responsabilidad, con un objetivo fundamental: la supervivencia del país. El choque entre estas dos visiones está en la base del fracaso del experimento israelí en Gaza, y, previsiblemente, en una porción mayoritaria de Cisjordania, que tendrá que ser evacuada tarde o temprano para permitir el surgimiento de un Estado palestino viable.

Se ha señalado hasta el...

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