Isabel Turrent / En defensa del Estado laico

AutorIsabel Turrent

Si lo que escribe el pastor presbiteriano Timothy Keller en el New Yorker es cierto, el Cristianismo evangélico ha sido víctima de su propio éxito. Su doctrina -que, según Keller, pregona antes que nada el literalismo Bíblico, la fe en la redención y la necesidad de una transformación existencial a través de un encuentro con Dios- encontró eco en millones de norteamericanos. Sus creyentes se han multiplicado también en América Latina. En México, los evangélicos (junto con otros grupos protestantes como los metodistas y pentecostales) cuentan ahora con 10 millones de seguidores.

El crecimiento geométrico de los cristianos evangélicos ha fundido dos de sus lastres en uno solo: la letra chiquita de su doctrina mesiánica, que ni Keller ni otros de sus líderes despliegan abiertamente, y el poder político que han acumulado.

La combinación de ambos ha resultado explosiva. Los evangélicos creen que la redención y el encuentro con Dios pasa por "el cuidado y protección de la vida desde su concepción hasta su muerte natural". Léase: están a favor de la penalización del aborto y en contra del uso de anticonceptivos (que son, dicen, "abortivos").

Una iniciativa presentada en septiembre por una diputada del partido evangélico Encuentro Social (PES), proponía convertir en ley no sólo estas creencias, sino la posible "objeción de conciencia" de los miembros del Sector Salud en función de sus valores religiosos. De aprobarse en el Senado, los médicos (y sus creencias) se convertirían en los tutores y apoderados de los derechos de las mujeres sobre su vida reproductiva.

El PES condena cualquier forma de eutanasia y, por supuesto, está en contra del derecho de los homosexuales para decidir cómo quieren vivir.

Por si eso fuera poco, este partido de cangrejos -que sólo sabe caminar hacia atrás- pretende destruir la educación laica y sustituir al Estado como el Gran Educador.

Los cristianos evangélicos han encontrado terreno fértil en el populismo conservador. En países como Estados Unidos, la derecha secular ha consolidado una alianza con fundamentalistas religiosos como los evangélicos, para fortalecer su dominio electoral y político sobre los grupos más tradicionalistas y religiosos. Para ello, ha cedido una y otra vez a sus demandas mesiánicas e irracionales.

En México, los evangélicos encontraron un líder ad hoc en Hugo Eric...

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