Isabel Turrent / Charlottesville y el pasado

AutorIsabel Turrent

Los fanáticos de ultraderecha que tomaron por asalto la ciudad de Charlottesville con el pretexto de evitar que la estatua del general confederado Robert E. Lee se vaya al basurero de la historia, donde merece estar, representan la cara más oscura de Estados Unidos. El Ku Klux Klan, que trafica con la fantasía de la “supremacía de la raza blanca” y la nostalgia de la Causa Perdida –la derrota de la Confederación esclavista sureña en 1865–; neonazis antisemitas con sus detestables suásticas; y racistas antiinmigrantes que sueñan con un etno-Estado sin gente de color. Rodeados y protegidos por miembros de las milicias paramilitares, que se multiplicaron ominosamente durante el gobierno de Obama, armados hasta los dientes.

Como en Charlottesville el “enemigo” eran grupos antifascistas sin armas, afroamericanos y ciudadanos hartos del alt-right, la violencia fue inevitable. Diversos videos grabaron los enfrentamientos callejeros y el atentado de un nazi que arrojó su auto contra los antifascistas y dejó a su paso una joven muerta y 19 heridos.

Muy pocos abrigaban dudas sobre quiénes habían llevado la violencia a Charlottesville. El presidente de Estados Unidos estaba entre esos pocos. Antes de Charlottesville, algunos podían todavía alimentar la esperanza de que se convirtiera en un Presidente a la altura de su cargo. Después, ya no hay duda quién es Trump.

El martes escenificó una inédita conferencia de prensa, donde en un acto de locura, amoralidad y estupidez abismales, repartió responsabilidades iguales entre los violentos y los no violentos y asumió que es el patrocinador de quienes marcharon en Charlottesville. El racista en jefe ocupa la Casa Blanca.

Charlottesville y Trump han enfrentado a los norteamericanos con su propia historia. Sepultaron finalmente el vapuleado mito del melting pot (la xenofobia decimonónica que rechazó a olas de inmigrantes goza de muy buena salud), y cuartearon el que pregona que desde 1865 los Estados Unidos son un país unido y democrático, que comparte una sola historia y una sola Constitución que consagra la igualdad de todos los ciudadanos.

Lo cierto es que después del breve periodo de la Reconstrucción, el Norte cedió frente a las élites blancas del Sur y la segregación y la...

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