Isabel Sepúlveda / Parásitos

AutorIsabel Sepúlveda

Ante un abuso de un adulto a otro, ambos en pleno uso de sus facultades, ¿quién tiene más culpa? ¿El abusador o el que es abusado? Me hice estas preguntas por la indignación que me causó leer los reportajes y ver las evidencias grabadas que MURAL publica esta semana, acerca de los ¿trabajadores? -más bien aviadores-, que todos los días "checan tarjeta" como requisito único para cobrar puntualmente su quincena y prestaciones, sin desempeñar labor alguna en su lugar de trabajo: el Congreso local.

Para que alguien, o varios, abusen de otros, se necesita que quien tiene la autoridad no ponga orden ni límites. Entonces no es autoridad, tiene el nombramiento o jerarquía, pero sólo de membrete: no ejerce el mando que el puesto le confiere, por lo tanto no es digno de mantenerse en él.

Desde que eran candidatos, los actuales diputados de la 60 Legislatura estatal conocían la grave situación financiera y el exceso de personal, contratado por las dos anteriores, que ocupaban puestos fantasma en los que sólo cobran la quincena, como lo denuncian los empleados que sí trabajan. Ya llevan casi un año ocupando sus curules y no se les ve voluntad para poner en práctica su autoridad y frenar el descarado robo de nuestros impuestos (¿para eso quieren cobrarnos más?), vía las decenas (¿o centenas?) de parásitos sinvergüenzas como los documentados esta semana por MURAL.

No se les puede llamar de otra manera a la mayoría de las personas (varias de ellas de alto nivel socioeconómico, que saben perfectamente lo ilegítimo de su proceder) puestas en evidencia en dicho reportaje. De 50 "empleados" que llegaron en automóviles y camionetas (y que dejaron obstaculizando el tránsito en zona prohibida, mostrando su nulo nivel de respeto a los reglamentos), 35 se retiraron luego de checar. El reportero se identificó y, haciendo uso de su derecho ciudadano, les preguntó qué trabajo desempeñan en el Congreso y por qué razón checan su ingreso a laborar e inmediatamente se van: unos no contestaron, otros dijeron que se iban a estacionar o que su trabajo estaba en otra parte. ¿Con todos los millones que gastan los diputados, no pueden poner un checador en cada edificio?, O decían la verdad, trabajan en otro lado.

¿Consecuencias de este descontrol de personal? Ninguna. Coordinadores de fracciones, presidentes de comisiones, directores, todos dicen pedir cuentas a sus subordinados y se lamentan que no se las dan; o se señalan entre ellos...

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