Isabel Sepúlveda / Un rotundo ¡¡¡NO!!!

AutorIsabel Sepúlveda

Hay adultos que se comportan como niños maleducados: hacen lo que se les viene en gana, se enojan ante cualquier límite que se les marque y sólo están satisfechos si imponen sus deseos. A estos individuos no les importa lo que la demás gente opine o sienta, tampoco les interesa conocer el contexto de la realidad para actuar con lógica y sensatez, ni el diálogo para lograr acuerdos constructivos. Su estrategia es allegarse los medios y personas que les faciliten dominar con tiranía.

Son profundamente ególatras y tienen una frenética obsesión por el poder, paradójicamente disfrazada de preocupación por los demás. Su carisma los hace creer que son mesías redentores dispuestos a sacrificarse por el bien de los demás, lo cual, para sus seguidores es un acto de fe. Sus capacidades de manipulación los hacen admirables a ojos de su fanaticada y resultan muy redituables a los numerosos oportunistas que se le arriman y cortejan.

El problema con estos sujetos es que, entre más hábiles, más autoritarios se vuelven, menos toleran las críticas y más rencorosos y vengativos son con quienes se les enfrentan. Si en un principio, por cariño o desidia, en sus círculos cercanos no hubo quién pusiera un alto a sus caprichos, a medida que tienen más poder y multitudes de seguidores, menos personas se atreven a frenarlos en seco, por temor o por conveniencia. Así nacen los tiranos y acaba la democracia.

Los mexicanos estamos preocupados por el rumbo que han tomado las decisiones de López Obrador, las cuales son diametralmente opuestas a las promesas de sus tres campañas para Presidente. Ha ampliado el poder económico y presencial de los militares sin que la violencia y el dominio regional del crimen organizado disminuyan; ha opacado su Administración privilegiando las asignaciones directas, fuente primordial de la corrupción; la pobreza ha aumentado; el sistema de salud y abasto de medicamentos continúa colapsado; y el fracaso de la mayoría de sus programas asistenciales es abrumadoramente costoso. Tampoco ha respetado a las instituciones esenciales para la democracia, ni la división de poderes, ni la libertad de opinión... aunque, esperen... eso nunca lo prometió, más bien mandó al diablo a las instituciones.

Hoy en día, la mayoría de los regímenes autoritarios derivan de elecciones democráticas, apoyados por la complicidad de políticos y magistrados afines incrustados en los poderes Legislativo y Judicial, así como de una...

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