Isabel Sepúlveda / Motivos
| Autor | Isabel Sepúlveda |
"Es obligatorio beber el té de coca que en la madrugada les llevará el porter (cargador) a su tienda de campaña, el cual mitigará el soroche (mal de alturas). Esta es la primera regla para hacer el Camino Inca que van ustedes a comenzar. La segunda es no arrojar basura ni restos de comida alguna, porque rompen el equilibrio de la flora y fauna andina".
Así nos informó Henry, el joven guía de orgullosas raíces nobles quechuas -Yupanqui es su apellido materno-, que cuidó nuestros pasos y salud mientras nos ilustraba sobre la asombrosa cultura Inca, durante los cuatro días y tres noches del duro tránsito de 42 kilómetros caminando a través de escarpadas montañas, con altura de vértigo, que llevan hasta Machu Picchu.
El Gobierno peruano tiene estrictas regulaciones para realizar esta peregrinación al santuario Inca. Sólo se puede hacer si se ha contratado una compañía autorizada y, como máximo, permite el ingreso de 500 personas por día que incluyen, para cada grupo, cargadores, guías certificados y cocineros. Las reservaciones se tienen que hacer con meses de anticipación porque el cupo y los lugares para acampar casi siempre se llenan; además, cada "pasajero" (así llaman a los caminantes) debe registrar su pasaporte en los controles de ingreso y salida, que más bien es gloriosa llegada a la Puerta del Sol, desde donde éste ilumina cada mañana este sitio sagrado.
El Camino Inca es la actividad cumbre de una enorme variedad de expediciones de ecoturismo organizadas por organismos públicos y privados del Perú, frecuentadas por gran parte de los casi 3 millones de turistas que recibe ese país cada año, de todos los rincones del mundo. México y Perú tienen mucho en común: dos de las seis cunas civilizatorias del mundo, pasado colonial y un territorio que incluye costa, desierto, montañas y selva, con flora y fauna exuberante y exótica.
Pero algo están haciendo bien los peruanos que nosotros, los mexicanos, hemos dejado de hacer, porque a los extranjeros a quienes pregunté si habían visitado nuestro País o pensaban hacerlo, con una sonrisa amable me respondían que sí les gustaría, punto. Probablemente, al tratarse de ecoturistas, no tenían información sobre tours tan bien organizados y cuidados como en Perú. Y encima, la situación de inseguridad es de sobra comentada por la prensa internacional.
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