Isabel Sepúlveda / Educar para la paz

AutorIsabel Sepúlveda

Dos interesantes acciones para erradicar de manera pacífica la violencia en nuestro País fueron publicadas el mismo día, 26 de diciembre, en MURAL. Una, organizada en una población de Jalisco, para dar a los niños juguetes no violentos a cambio de los bélicos; la otra, realizada por el Gobierno del Distrito Federal, de igual manera, para los niños, y para que los adultos y jóvenes intercambiaran armas por dinero en efectivo o tabletas electrónicas. Excelente labor para una buena causa, pero el diablo está en los detalles.

Este tipo de esfuerzos son indispensables ante el aumento en la cifra de ejecutados, en el primer mes de Gobierno de Enrique Peña Nieto van 755 muertes relacionadas con el crimen organizado, cantidad mayor a las 699 defunciones registradas en noviembre, último mes del Gobierno de Felipe Calderón.

En este recuento, Jalisco ocupa un nada honroso tercer lugar, después de Sinaloa y Coahuila, seguido por Nuevo León y Chihuahua. Para darnos una idea de cómo ha escalado la violencia de los grupos delictivos, está el dato del primer mes del Gobierno de Calderón, en diciembre del 2006, cuando se registraron 92 ejecutados (MURAL, 03/01/13).

Por ello, es indispensable fomentar la Educación para la Paz, como se denomina la cultura desarrollada por diversas organizaciones mundiales, públicas y privadas, comenzando por la ONU, para contrarrestar la violencia a través de la enseñanza y práctica de métodos pacíficos. Pero las mejores intenciones, si no se cuidan las formas, pueden acabar por promover aquello que se desea evitar. Las cifras de ejecutados en el sexenio anterior, son muestra de esto.

El pasado día 26, una empresa joyera publicó un desplegado donde relata la dinámica de concientización hacia la paz, realizada en un Municipio jalisciense. Al leerlo, pasé del entusiasmo al estupor. Con la mejor intención de mostrar a los niños que los juguetes bélicos incitan a la violencia, se los cambiaron por otros creativos e inofensivos. Perfecto.

El problema fue lo que hicieron para deshacerse de los juguetes violentos como pistolas, tanques de guerra y ametralladoras. Se invitó a mucha gente, se encendió una fogata en la calle y se les pidió a los niños que arrojaran ahí los juguetes agresivos. Antes de hacerlo, espontáneamente los pequeños bailaron sobre ellos hasta romperlos. Cito textual: "A los chirridos de las llamas se unieron...

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