Isabel de Castilla y Fernando de Aragón: Un amor conquistador

AutorGuadalupe Loaeza

Mañana 13 de octubre cumples un año, Tomás. El primero de tu futura larga vida. ¿Te das cuenta que ya viviste 365 días con sus respectivas noches? Has sido testigo de cuatro estaciones y de 12 meses intensos a lo largo de los cuales creciste, viajaste a Francia, te salieron dos dientes y conociste a mucha gente. Fíjate, Tomás, que hoy se celebra el Día de la Raza, es decir el Descubrimiento de América, por eso hoy quiero regalarte de cumpleaños un cuento de amor entre los Reyes de España. Espero que te guste. Pon atención, Porque con esta historia comprenderás mejor las raíces de tu identidad.

Pues fíjate, Tomás, que en una fría mañana de octubre de 1469, en la más estricta intimidad, se llevó a cabo en una residencia de Valladolid la unión matrimonial de Fernando, Rey de Sicilia, heredero al trono de Aragón, e Isabel, Princesa de Asturias, heredera del reino de Castilla. Unos días antes se habían conocido. Los acontecimientos y circunstancias que llevaron a esta pareja a ser marido y mujer fueron, por decir lo menos, inusitadas y poco comunes. La Princesa Isabel, de 18 años, amenazada de ser arrestada por su hermano, Enrique IV de Castilla, había sido rescatada de su hogar en Madrigal por el Arzobispo de Toledo y conducida a casa de unos amigos confiables en Valladolid. Su novio, un año menor que ella, había llegado a esa ciudad unos días antes de la boda, después de haber tenido un viaje aún más azaroso. Con un puñado de acompañantes y sirvientes disfrazados de mercaderes, había salido de Zaragoza protegido por la noche, a través de caminos hostiles, escapando de la muerte cuando un centinela le lanzó una piedra desde las almenas de Burgo de Osma. Además de todas esas dificultades, ¿qué crees que pasó, Tomás? Pues que la pareja era tan pobre que se vio obligada a pedir prestado para pagar los gastos de la boda. Ya que los contrayentes eran primos, el Arzobispo Carrillo, quien ofició el matrimonio, presentó una falsa dispensa papal, que había sido tramada, como se supo más tarde, por el Rey de Aragón, el Arzobispo de Toledo y el propio Fernando. Seguramente, te has de preguntar ¿por qué tanto secreto, engaño y clandestinidad? ¿Por qué tantos obstáculos para que dos jóvenes de sangre real se unieran? ¿Por qué ese matrimonio tan precipitado y obviamente arreglado entre dos contrayentes que ni siquiera se conocían?

Empecemos desde el principio, Tomás, para que comprendas mejor. Fíjate que al nacer, el 22 de abril de 1451, en Madrigal de las Altas Torres, Isabel, la tercera hija del Rey Juan II de Castilla y de su segunda esposa, doña Isabel de Portugal, tenía muy escasas posibilidades de reinar en Castilla. En su testamento, Juan II había legado el reino a su hijo Enrique IV, hermanastro de Isabel, y si este último no tuviese descendencia la corona iría a su medio hermano Alfonso, con lo cual, sólo como último recurso, Isabel podría heredar el reino. La infancia de Isabel transcurrió en Arévalo, donde se trasladó con su madre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR