Irma Martínez de Maldonado/ Razonar como Schulenburg

AutorIrma Martínez de Maldonado

Haciendo alusión al derecho que tenemos los mexicanos de expresar lo que pensamos y sentimos, considero que es sano observar el mosaico de opiniones que últimamente hemos visto plasmadas en la prensa sobre la futura canonización del beato Juan Diego.

En temas como éste es necesario que se presenten ideas disidentes; mientras que a unos les parecerán conceptos tontos, a otros les sonarán sabios.

Esta polémica se suscita a raíz de las declaraciones del ex Abad Guillermo Schulenburg, a quien por cierto le encanta la buena vida y el glamour (siempre se distinguió por transportarse en autos de lujo). Schulenburg ha sido uno de los grandes opositores a la canonización de Juan Diego, ya que niega las evidencias de su existencia. Asimismo, el Arcipreste de la Basílica, director de la biblioteca de la Basílica, Carlos Warholts, insiste en que del hasta ahora beato Juan Diego no hay pruebas de su existencia.

La historia nos narra que la aparición se dio en 1531. Nos habla también de una época de 100 años de silencio y de que Fray Juan de Zumárraga nunca hace mención de Juan Diego.

Por otra parte, vemos que hombres de ciencia debaten sobre el lienzo y la clase de tintes nunca antes vistos que se encuentran en la pintura de La Reina de México.

Actualmente, se sigue debatiendo el tema con sorprendentes resultados. Hay estudios científicos que han demostrado que la imagen de la virgen que quedó plasmada en el ayate de Juan Diego es sobrenatural, incluso dicen que sólo es comparable con el sudario de Turín.

También se cuenta que en la época cristera, donde se vivía un ambiente anticlerical, un obrero puso una bomba en el altar en medio de un florero, y ésta ni siquiera quebró el vidrio donde se encuentra la pintura de la Virgen. Para nuestro pueblo esto fue visto como un milagro; para los no creyentes, como una casualidad.

Los ojos de la Guadalupana han sido estudiados y en ellos se ha encontrado el reflejo de una figura humana, un indígena sentado, que podría ser Juan Diego. Hay tantos indicios que nos hablan de cosas sobrenaturales en esta aparición de la Guadalupana, sin embargo, la semilla de la duda siempre estará sembrada para los que no saben observar los misterios de la fe.

En honor a la verdad, debo comentar que hace como una década y media comencé a leer varios libros sobre la historia del Tepeyac. Unos a favor de la aparición y otros en contra. Por lo tanto, intenté estructurar mi propia síntesis y por varios años me pregunté:

¿Qué tan veraz es...

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