Irma Martínez / Dignificación humana

AutorIrma Martínez

La horca para Saddam Hussein fue una de esas decisiones apagafuegos. Sin embargo, valdría la pena poner en la balanza si hubiera resultado más doloroso para un criminal como éste haberlo dejado vivir encerrado perpetuamente entre cuatro paredes, acompañado de ese juez llamado "conciencia" que martiriza segundo a segundo.

La ejecución de Saddam llamó nuestra atención y nos llevó a analizarla desde distintos ángulos. Por un lado, se prevé el incremento de violencia interreligiosa que traerá este episodio, y por otro, hay que considerar los potenciales problemas sicológicos que causan en quienes observaron las crueles imágenes de la ejecución.

Más allá de discutir el ejercicio del derecho a la información, los espectadores cuestionamos: ¿dónde queda el derecho a la salud mental ante esa dosis de violencia que insisten algunos medios en proyectar? Vivimos en una era de información y tecnología tan avanzada, que las imágenes son manejadas al antojo, casi sin límites.

Obviamente, hay medios de comunicación que aprovechan el morbo que despierta esta clase de noticias. Televisoras olvidan la ética, consiguiendo de manera lícita o ilícita el mayor número de imágenes. Esa ruin ambición es la que no permite repensar las terribles consecuencias que está ocasionando este dragón de millones de cabezas con la excesiva violencia que se transmite.

Al observar el ahorcamiento de Hussein, en que se ve a detalle la saña en la ejecución, nos preguntamos: ¿a poco se desconoce que al circular estas imágenes se están ofreciendo ideas que repercuten en elevar los índices de violencia en el mundo? Además, en el caso de ciertos noticieros, no les basta con exhibir estas imágenes tan terribles de crueldad, sino que, para terminar de adormecer o embrutecer la conciencia del espectador, aparecen enseguida entrevistas de hombres y mujeres...

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