Irma Martínez / Sepulcros blanqueados

AutorIrma Martínez

Fuera de lugar e irrespetuosa se vio Margarita Arellanes, Alcaldesa de Monterrey, al confundir sus funciones. Ahora resulta que no sólo hace promesas terrenales, sino que se atreve a brincar el umbral de lo sagrado.

Si el sábado pasado pudo entregar simbólicamente la Ciudad a Dios, también sería buena idea que nos contara -simbólicamente- cómo ha manejado a su antojo su gobierno.

Su salario es más alto que el del mismo Gobernador; igualmente, mantuvo en la opacidad aquel famoso contrato de medicinas que le dio a Comercializadora Médix.

Fue obvio también que utilizó el llavero completo para abrir todos los candados de la grilla partidista y ganarle los puestos a la neocúpula.

A ello le sumamos la reestructuración de la deuda municipal que deseaba hacer a través de un broker que cobraba el 3 por ciento de los 2 mil 122 millones de pesos, por lo cual éste intentaba cobrar 63 millones, caso reportado por EL NORTE. Finalmente, el cobro del broker se frustró por lo turbio de semejante contrato, si no...

Margarita no acepta que en ese servicio pastoral masivo en el que participó cometió a todas luces una violación de los principios éticos de un Gobierno laico. ¿De veras no se dio cuenta de que estaba aplastando los principios que configuran las sociedades libres?

Bueno, hay que recordar que el ego político lleva a los gobernantes a conductas insospechadas. En este caso, no sólo la llevó al lucimiento personal, sino que también exhibió que, además de su rol como Alcaldesa, desea ser intermediaria entre los ciudadanos y lo divino.

Margarita dejó de lado que el verdadero líder, además de tener alto grado de convocatoria, sin necesidad de dádivas, es alguien que vive y encarna de manera intachable los valores de justicia y honestidad.

Si bien ella está obligada a ser respetuosa con todas las religiones y credos, su rol como oradora fue incongruente al actuar en público, como uno de esos personajes que se presentan por televisión o en eventos masivos dizque curando enfermos y expulsando demonios.

Además, es de gandallas que un gobernante actúe de esta manera en un país en subdesarrollo donde reina la pobreza, la ignorancia, el engaño y la desesperación. Por lógica, la religión es la única esperanza. Por ello es una vileza que los...

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