Opinión Invitada / Héctor F. Sierra: Superar las divergencias

AutorOpinión Invitada

Leí la Opinión Invitada del padre Mario Arroyo ("Religión y paz", 3 de junio) en donde hace referencia al reciente viaje del Papa Francisco a Israel y Palestina, junto con dos representantes de las otras grandes religiones monoteístas, en el cual el pontífice pidió insistentemente por la paz.

Es muy loable que el padre Arroyo haga resaltar esta importante labor de paz del máximo representante de la Santa Madre Iglesia, la cual recientemente ha sido sacudida por escándalos sexuales y económicos. Hay también que alabar la candidez y honestidad de Arroyo al reconocer "los pecados de quienes inescindiblemente formamos parte de la Iglesia". Él está en lo correcto cuando argumenta que estos escándalos no deben opacar las labores positivas de la Iglesia.

Ese hubiera sido un buen lugar para terminar el artículo. En vez de ello, Arroyo procede a vilificar "un pretendido humanismo que busca salvaguardar al hombre de espaldas a Dios". Con sus argumentos, el padre construye un "hombre de paja" del humanismo para luego quemarlo. Para empezar, es irónico que en su artículo acuse al humanismo de rechazar "lo religioso por considerarlo una de las causas más profundas de división entre los hombres".

Precisamente, lo que hace el problema palestino/israelita espinoso y prácticamente insoluble es que las tres grandes religiones monoteístas reclaman derecho divino a esa misma tierra, y sus respectivos feligreses están dispuestos a matar o morir por ella. No se necesita ser "humanista" para aceptar la validez de este argumento.

También es irónico que el padre Arroyo reconozca la pederastia y otros pecados de los representantes de la Iglesia pero al mismo tiempo declare que el humanismo "carece de la brújula moral para señalar dónde está el bien y el mal, qué es arriba y qué abajo." El argumento no sólo es arrogante, sino también falso.

Hay millones de personas que viven perfectamente felices sin la religión y que no necesitan la promesa de vida eterna o la amenaza del infierno para comportarse moralmente. De hecho, entre más religioso el país, generalmente es más alto el índice de criminalidad (México es un triste ejemplo).

Dinamarca y Noruega son países con muy baja criminalidad y según varias encuestas tienen el mayor índice de felicidad pero también son los menos religiosos (y es falso que tengan un alto...

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