Frontera Invisible / Arte y moral en la Venecia californiana

AutorSergio Muñoz Bata

Hoy, la Venecia californiana sigue siendo una comunidad poco convencional donde docenas de renombrados artistas gráficos, escultores, actores y actrices de Hollywood conviven con personajes insólitos como el Dr. John Michel, un activista de los desamparados de abundante barba blanca y una eterna banda en el pelo con un bordado de hojas de marihuana, o el profesor universitario Arnold Springer, quien desde hace más de dos décadas se viste como mujer para cuestionar "los tabúes de la moda y del género".

Las cosas, sin embargo, empezaron a cambiar cuando una ordenanza municipal prohibió el nudismo en las playas y, a juzgar por lo sucedido a principios del mes pasado, es muy posible que estemos a punto de presenciar la consumación de un acto de extrema intolerancia.

Todo empezó cuando un grupo de vecinos presentó una apelación al Concejo de Los Angeles, el cuerpo legislativo que gobierna a la ciudad, para que bloqueara la colocación de la escultura de un torso femenino en una pequeña glorieta en el corazón de esa ciudad fundada a principios del siglo 19 por Abbot Kinney, un excéntrico aventurero millonario que intentó recrear la Venecia italiana en la costa californiana.

La escultura es obra de Robert Graham, un escultor de fama internacional que lleva años viviendo en Venice en compañía de su esposa, la actriz Anjelica Houston.

Los principales opositores a la colocación de la obra de arte de Graham en un lugar público son un grupo de líderes religiosos conservadores para quienes la exposición de un torso desnudo hecho de acero inoxidable es un acto de indecencia intolerable.

La escultura, que tiene un valor aproximado de 350 mil dólares, sería financiada en parte por un residente de la ciudad y por el propio Graham. Sólo los costos de su instalación, aproximadamente unos 75 mil dólares, correrían a cargo de la ciudad.

Dado el clima actual de intolerancia religiosa-conservadora que priva actualmente en el país, la tentación sería echarle la culpa a George W. Bush y a quienes lo eligieron.

La verdad es que en este caso el neo-conservadurismo estadounidense sólo es parcialmente culpable, pues durante las audiencias públicas convocadas por la ciudad para discutir el proyecto además de la coalición de religiosos-conservadores se presentaron algunas feministas radicales que objetaron la...

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