Introducción

AutorCharles-Jean Bonnin
Páginas207-210
INTRODUCCIÓN
La ciencia de la administración es nueva. Resultante por entero de los pro-
gresos de la razón en materia de legislación y de organización política en
los tiempos modernos; será para las generaciones futuras un monumento
al talento de Napoleón, así como sus primeros ensayos fueron una de las
ventajas de la revolución de Francia.
Jamás ningún pueblo conoció los beneficios de una sabia administra-
ción, porque los legisladores siempre ignoraron sus elementos y sus princi-
pios. De ahí las vejaciones y los abusos de poder, de los que las naciones
fueron continuamente víctimas en su interior,porque nunca leyes precisas
y reglas fijas habían trazado los límites de la autoridad pública, ni deter-
minado las relaciones de cada uno con todos.
Pero cuando Francia, cansada de los vicios y de los abusos de su antiguo
Gobierno, que no era más que una larga usurpación hereditaria sobre sus
franquicias nacionales y las libertades de sus fundadores, deseó ser regida
por leyes, entonces se hizo caso de los intereses públicos, y la ciencia de la
administración salió de su estado de infancia.
La Asamblea constituyente fue la primera en tratar de dar leyes a
Francia, y la primera en tener la grande y profunda idea de una legisla-
ción uniforme. Pero, ni esa Asamblea, aunque tuvo la gloria de sacar a la
legislación de su estado de infancia y de barbarie, de desenredar sus ele-
mentos y,desde ese punto de vista, prestó grandes servicios a la humani-
dad, ni las que le sucedieron, ni los Consejos legislativos de la época del
Directorio, pudieron, en medio del trastorno general del Estado y de la agi-
tación de los espíritus, infundir a sus leyes ese carácter de sabiduría, que
garantiza su duración. Los franceses, cansados de sus disensiones políti-
cas, estuvieron también mejor dispuestos bajo el Gobierno firme, activo y
reparador de Napoleón, a recibir el beneficio de leyes prudentes, unifor-
mes y conformes a las costumbres de la nación, cuyos votos se cumplieron
entonces en las causas de su revolución. Por primera vez, Francia tuvo
leyes.1
Pero fue sobre todo cuando las leyes de interés público (tan útiles para
la dicha, la libertad, la prosperidad y la independencia de las naciones,
porque su propósito especial es velar sobre principios constantes, tomados
de la naturaleza misma de las relaciones de los hombres, por su felicidad
interior y su armonía en el exterior) hubieron fijado la atención del
Gobierno; cuando las primeras leyes emitidas hubieron sacado a plena luz
1Un Código Civil, un Código de Procedimiento Civil, un Código de Comercio y un
Código de Instrucción Criminal.
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