Intentan atrapar vértigo emocional

AutorSilvia Isabel Gámez

Cínicos, cobardes y cursis. Estos tres calificativos definen a los protagonistas de El diccionario sentimental, una obra de teatro que intenta atrapar la materia "inestable" de las emociones.

Asfixia, peligro, deseo, son algunas de las palabras clave de la obra de Luis Mario Moncada, que en el título y en el nombre de los personajes revela su deuda con las teorías sobre el amor desarrolladas por especialistas como José Antonio Marina y Carlos Castilla del Pino.

El dramaturgo construye su "estudio de caso" a partir de la misma situación dramática que el escritor Hanif Kureishi plantea en su novela Intimidad.

Un hombre decide una noche abandonar a su familia, pero a diferencia de lo que ocurre en el libro, en la obra la mujer, Marisa, es advertida por Hanif, su esposo, de su marcha, lo que detona un nuevo conflicto, al confesarle ella que tiene un amante, Antonio, que es también el padrino del hijo de ambos, Charly.

Un "triángulo con hijo", como lo define el director de la puesta, Mario Espinosa, que de anécdota común pasó a convertirse en trama compleja mediante el recurso de acentuar el lado oscuro de los personajes e incorporar a un extraterrestre, Usbek, encargado de manipular ante los espectadores las emociones de los involucrados.

"Quería un personaje externo que expusiera al público los efectos de las emociones. La escenografía es como una caja mágica, una jaula de laboratorio donde se produce el conflicto, con un observador neutral que, al tiempo que es visto por el espectador, termina por ser transformado por lo observado, asaltado también por las emociones", explica Espinosa sobre la obra que se estrena este jueves en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM, con un reparto integrado por Cecilia Suárez, Víctor Hugo Martín, Joaquín Cossío, Lorena Glinz y Jean Paul Lander.

Obsesionado por la contradicción que implica la lucha por dominar las emociones a la vez que uno es arrastrado fatalmente por ellas, lo más difícil para Espinosa fue definir el tono de la obra, que maneja en dos planos: un realismo que subraya la parte sentimental y cínica de los personajes, y un "expresionismo contenido" al entrar Usbek en escena.

"Nos interesó trabajar la intensidad y el orden de las emociones, para que no aparecieran revueltas, como en la vida. También buscamos intensificarlas y explotar los contrastes, cómo es posible cambiar rápidamente de una emoción a otra e incluso ocultarla", señala el también secretario ejecutivo del Fondo Nacional...

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