Insultos como latigazos

AutorHugo Hernández

En algún lugar de la mancha urbana chilanga, de cuyo nombre es accesorio acordarse, empiezan las historias que a continuación terminan abreviándose. Un incorruptible médico termina gozando los placeres de la corrupción; un socialista y poco imaginativo "dreamer" termina asistiendo a la disolución de su matrimonio; una familia termina descubriéndose en la bancarrota luego de la muerte del padre; una desmoralizada anciana termina suicidándose al lado de una pareja perteneciente a apocalíptica secta; una prostituta de edad madura termina entristeciendo al descubrir que su hijo, varón, sigue sus pasos en género y oficio; una infiel esposa termina mandando a volar a su violento marido, piloto de profesión, quien literalmente termina sufriendo un fatal aterrizaje forzoso. Historias más, historias menos, ésta es la historia de Corazones Rotos de Rafael Montero.

Luego de Cilantro y Perejil (1996), su mayor éxito comercial, Montero regresa con su cine desmoralizador. Sin ser precisamente una obra maestra, aquella cinta mostraba, al menos, una discreta voluntad de evolución. Montero ha sostenido que Corazones Rotos no es la segunda parte y la razón le asiste, pues es, más bien, el segundo rollo de El Costo de la Vida (1988). En ambas, más temprano que tarde el factor...

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