El impacto de las reformas institucionales en los procesos de integración económica entre América Latina y Europa: el caso de la inversión

AutorRafael Salvador Espinoza Ramírez
Cargo del AutorProfesor Investigador del Departamento de Economía y Director del Centro de Investigaciones Sociales y Económicas (CISE). Universidad de Guadalajara-México
Páginas81-106

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I Introducción

La globalización5, vista como un acercamiento económico principalmente a través del reforzamiento de las relaciones comerciales, es un proceso inevitable y progresivo. Este proceso de integración ha gestado mecanismos e instrumentos específicos para llevarlo a cabo: acuerdos comerciales, uniones aduaneras y uniones económicas son sólo algunas de las formas por la cuales esta integración se lleva a cabo. Como un producto normal del proceso de cooperación y competencia internacional, este conjunto de instrumentos se especifican de acuerdo a la relación particular que los miembros de un acuerdo desean establecer.

La globalización económica plantea amenazas y oportunidades a los territorios del mundo. Lo anterior supone una transformación del papelPage 82 del gobierno (central, regional, estatal o provincial, y municipal o local) y de los demás actores sociales en la economía. Organismos internacionales dedicados al desarrollo de áreas rezagadas e investigaciones de autores diversos alrededor del mundo han recomendado una respuesta local a los retos de la globalización. Es aquí donde las características físicas, económicas y, especialmente, el marco institucional de cada región o localidad son determinantes para estimular su desarrollo.

Desde David Ricardo, pasando por H. Ohlin y hasta Paul Krugman, ha existido cierto consenso teórico que resalta el papel del comercio internacional en el desarrollo de las economías locales y en la economía mundial. El comercio internacional, bajo ciertas condiciones generales, siempre beneficiará a las economías globales y a la economía mundial como un todo (Krugman, 1991). El comercio, en teoría, siempre es benéfico para los países implicados. Cuando el comercio daña a uno o más de los países involucrados en la relación comercial es debido a condiciones específicas.

Sin embargo, Dani Rodrik (1995) hace un llamado de atención señalando que la integración en la economía mundial no es un sustituto de una estrategia de desarrollo, sino sólo uno de sus componentes. Rodrik menciona que este proceso de integración maximiza el desarrollo de un país o una región, siempre y cuando las condiciones de mercado internas e institucionales sean las adecuadas. De otra forma, el proceso de integración podría incluso ser contraproducente al pretendido desarrollo.

En América Latina este proceso tiene una marcada relevancia. Los procesos de integración económica en esta región muestran una lógica que va más allá del simple interés de un intercambio comercial, y con implicaciones institucionales profundas. Estas políticas de integración buscan generar un proceso de desarrollo coherente y sustentable apoyado en las externalidades implícitas generadas por la cooperación y competencia regional y no necesariamente a través del establecimiento y/o fortalecimiento de las relaciones comerciales.6 Entre estas externalidades —y como la máxima prioridad dentro del espacio latinoamericano— se encuentra la atracción de inversión extranjera directa (IED).

En este sentido, se dan también procesos de competencia y complementariedad entre los mismos países. No sólo es el comercio: la inversión, el posicionamiento político regional, el desarrollo estratégico y laPage 83 generación de empleo son algunas de las principales razones por las cuales los países de esta región se comprometen en la formación de múltiples acuerdos y convenios. Es aquí donde el desarrollo institucional hace su aparición.

La visión clásica del inversionista es evitar aquellos países cuyo medio ambiente institucional es más bien limitado. Se supone que un ambiente institucional pobre no favorece las garantías ni derechos de propiedad, existen limitaciones en las libertades y en el estado de derecho, de tal forma que resulta inadecuado establecer una actividad económica. De lo que se trata es de probar la validez de este principio, considerando la concepción ideal global que sobre corrupción y debilidad institucional tiene la región latinoamericana. Curiosamente, es en la región latinoamericana, donde el ambiente institucional es más bien precario, donde la inversión se incrementa.

Desde el punto de vista de la nueva economía institucional (NEI), las instituciones son el conjunto de reglas del juego socialmente aceptadas que regulan las actividades sociales y económicas. Es claro que dentro del espectro latinoamericano las instituciones pueden ser tanto legales como ilegales, formales e informales.7 La cantidad de instituciones ilegales e informales en Latinoamérica es amplia. La necesidad de reducir los costos de transacción y la ineficiencia de una estructura institucional formal y legal hacen que la sociedad tienda a buscar opciones más eficientes, aunque estén fuera de un marco legal establecido.

Desde el punto de vista de la NEI, es difícil de dejar de considerar esta realidad dentro de los procesos de integración. La globalización implica no sólo la integración comercial y económica, sino también la adecuación de un conjunto de instituciones que impactan y son impactadas por otras instituciones, independientemente de su legalidad o no. ¿Es posible que los agentes económicos hayan respondido a esta realidad institucional en Latinoamérica?

El objetivo del presente capítulo es examinar el impacto del desarrollo institucional en los flujos de IED en la apertura comercial de dos regiones. La región norte: compuesta por México, Guatemala, El Salvador y Costa Rica; y la región sur (Mercosur): compuesta por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Estos flujos de inversión provienen de las zonasPage 84 económicas de Asia, Norteamérica, Sudamérica, México y el Caribe, y la Unión Europea.

Para tal efecto fue estimada la llamada ecuación de gravitación,8 que en su forma más simple permite comparar el peso de variables como distancia e ingreso en la atracción de IED, pero que ha sido ampliada para incluir infraestructura, apertura comercial y sobre todo desempeño institucional. De la misma forma, se identifica la existencia de estrategias diferenciadas para la IED procedente de cada región geográfica hacia las regiones norte y sur de América Latina.

II Los hechos

La realidad es que existen tratados comerciales tan inverosímiles, desde el punto de vista comercial, como el suscrito entre México y Bolivia, o el de México con Costa Rica. Si los tratados de libre comercio se realizan con el fin de estrechar lazos comerciales, éste no ha sido (ni será) el caso de ambos acuerdos.

En la tabla 1 se presenta el evidente contraste entre el rendimiento comercial de los tratados de libre comercio firmados por México con países como Bolivia o Costa Rica, en comparación con el firmado con Estados Unidos. La firma de tratados comerciales con los primeros dos no ha sido determinante en la relación comercial, las exportaciones no han aumentado (de hecho, tampoco ha ocurrido un incremento en términos de importaciones), no ha generado incentivos extraordinarios al comercio y mucho menos un impacto relativo sobre la balanza de pagos o los términos de intercambio de los países implicados.

Algunos acuerdos responden más a intereses político-estratégicos que a razones puramente comerciales. Un ejemplo de esto es la feroz competencia por IED que ha llevado a las economías latinoamericanas a firmar acuerdos comerciales cuya función es servir como un mecanismo de señalamiento para los inversores internacionales, para poder así subsanar problemas de formación de capital y empleo en sus economías. Aquí, la firma de acuerdos comerciales no tiene el objetivo de fortale-Page 85cer lazos comerciales, sino de mandar señales a los mercados financieros internacionales para dar a conocer un “tipo” determinado de país huésped y un conjunto de posibles externalidades positivas para su inversión (Motta y Norman, 1996).9

Una peculiar característica de estos acuerdos es su especificidad. Estos acuerdos tienen dos características especiales: son regionalmente selectivos y de operatividad particular. Dentro del primer aspecto, tenemos que los acuerdos o convenios están generalmente circunscritos entre dos o tres países a lo sumo, y sin ninguna conexión preestablecida con otros acuerdos y países. En este caso, los países que componen tanto la región norte como la sur mantienen acuerdos comerciales con distintos países en lo particular, pero sin que estos acuerdos formen parte de una estrategia determinada que pueda integrarlos. El acuerdo México-Bolivia tiene una independencia total respecto a aquellos firmados con Estados Unidos, Costa Rica o incluso, recientemente, con Europa.

La segunda característica es que los acuerdos comerciales son sumamente particulares en su operatividad. Estos acuerdos, convenios o tratados son muy explícitos en cuanto a sus negociaciones y establecen “contratos” institucionalmente adversos al riesgo e inflexibles comercialmente. Esta bilateralidad y trilateralidad de los acuerdos y su limitada operatividad son características duramente criticadas y reguladas por la Organización Mundial de Comercio (OMC); dichas características se han vuelto una constante en el espacio iberoamericano.

Esta selectividad y especificidad de los compromisos y convenios establecidos ha sido propiciada por una visión más estratégica de los compromisos internacionales, así como de los objetivos que se buscan con estos acuerdos. La selección de acuerdos y convenios también responde a la selección de ciertas necesidades propias de los países y las regiones. De esta forma, los acuerdos específicos responden a necesidades específicas. Estas necesidades pueden ser cualesquiera: desde las tangibles...

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