Inseguridad: Riesgo Para La Estabilidad

AutorJorge Carrasco A.

¿Qué tan grave es el problema de la inseguridad en México?

Mario Arroyo: La inseguridad es uno de los problemas que junto con la inequidad y la pobreza constituyen una de las asignaturas incumplidas del Estado mexicano hacia sus ciudadanos. Inequidad, pobreza e inseguridad forman un círculo perverso que se retroalimenta permanentemente.

Para romperlo se requiere de una gran fuerza social. Experiencias internacionales cercanas como la de Colombia nos hablan de las consecuencias sociales que la violencia puede generar y de que sólo cuando todos los actores sociales se involucran se puede, si no revertir, al menos detener la ola de violencia.

En México a pesar de las numerosas evidencias negativas que nos hablan de una profunda crisis de seguridad pública, estamos a tiempo de evitar una catástrofe que nos lleve a la descomposición social. Sin embargo, esa fuerza social necesita ser dotada de voluntad política, inteligencia, recursos y conocimiento.

Por su cotidianidad y frecuencia, la inseguridad tiene efectos negativos en la estructura social: erosiona el capital social, daña la integridad física y a la propiedad de las personas y provoca miedo, desconfianza y pérdida de legitimidad de las instituciones. La estabilidad social de México peligra en las calles de sus ciudades y en las zonas rurales marginadas.

Hay varias muestras: grupos armados de diversa índole en diferentes regiones, casos frecuentes de justicia extralegal (linchamientos), incremento de enfrentamientos violentos entre comunidades y personas por motivos agrarios, étnicos, religiosos o políticos, creciente actividad del crimen organizado y al final altos índices de criminalidad.

A esta crisis han contribuido la ineficacia y deficiencias de los sistemas de seguridad, procuración y administración de justicia. Un factor que la agudiza es el hecho de que aún con todas sus deficiencias, el eje rector de las políticas del Estado mexicano siguen siendo los mecanismos de control social, relegando la prevención.

Arturo Cervantes: Todos estamos muy preocupados por el tamaño de la violencia y de la criminalidad. Si vemos a la violencia como una enfermedad y de acuerdo a lo que sucede en nuestro país, se trata de una enfermedad con características epidémicas. Este es un enfoque de salud pública, novedoso en México pero que ha sido probado con éxito en varios países del mundo.

Con base en datos médicos, se sabe que durante los últimos cinco años, la segunda causa de muerte en el país corresponde a lo que llamamos causas externas, es decir, las que tienen que ver con las conductas de las personas. De estas muertes, 55 mil al año aproximadamente, el 30 por ciento son homicidios y el 5 por ciento suicidios.

Hablamos de un problema de salud en el que por cada uno que se muere hay hasta 10 discapacitados. Si lo vemos por grupos de edades, en el de 15 a 24 años, la principal causa de mortalidad son los homicidios, le siguen los accidentes vehiculares.

Estudios de la Organización Mundial de la Salud estiman que en América Latina el 15 por ciento del Producto Interno Bruto se gasta en el impacto económico de la violencia, tanto en pérdidas en salud, como materiales, en gastos en seguridad pública, en seguridad privada y todos los intangibles que no hemos logrado medir con certeza. Hablamos de un problema de magnitudes y de costos muy importantes.

María De La Luz Lima: Primero hay que aclarar que no es lo mismo hablar de seguridad pública que de violencia. Son temas con alcances distintos. La seguridad pública no obstante verse con un enfoque multidisciplinario está acotada de manera penal. En cambio, hablar de violencia abre un espectro más diverso.

En todo caso, me parece que el asunto de seguridad pública no puede verse más bajo la perspectiva policiaca, lo cual ya lo reflejó el Legislador al hacer una reforma al 21 constitucional para establecer la necesidad de la coordinación Federal, estatal y municipal.

Ahora lo urgente es involucrar a la sociedad civil. Si no se logra, habrá riesgos muy graves, incluida la ingobernabilidad a falta de participación ciudadana. Esta debe ser la regla y no la excepción. Debemos tener reglas claras de cómo y cuándo participar. Si no lo logramos vamos a tener insurrecciones, como lo llama Mario.

Tenemos la palabra para poner fin a los linchamientos, a la anomia, a la falta de fe en las instituciones. Cuando el ciudadano se aleja de las instituciones tenemos riesgos sociales muy graves.

Guillermo Velasco: La principal causa de la delincuencia es la impunidad. Aunque hay factores sociales, psicológicos, culturales y políticos, en el caso de las autoridades que han dado protección a delincuentes, todo redunda en la impunidad: el delincuente no recibe un castigo efectivo y las víctimas tienen un escepticismo acerca de la posibilidad de que se haga justicia y no recurren a la denuncia.

La impunidad multiplica la corrupción porque funcionarios de las instituciones de procuración e impartición de justicia se mueven bajo una lógica de autojustificación: "Qué caso tiene que yo actúe con ética si no va a servir de nada, mejor aprovecho la situación".

Este cáncer de la impunidad nos ha afectado en todos lo ámbitos de relación entre los particulares y de los particulares con el gobierno. Esta práctica lesiona seriamente al Estado de Derecho porque crea la mentalidad de que la ley no es para respetarse ni para aplicarse, sino lo que cuentan son las influencias políticas o la capacidad económica o el ejercicio de la presión.

Ernesto Mendieta: Sin duda es complicada, pero yo prefiero verla más como un centro de oportunidad, que como un espacio de gran frustración o irresoluble. Para ello se requiere un cambio fundamental en la administración, más allá de las medidas "incrementales", es decir, más policías, más equipo, más dinero, etc. Lo que se requiere es un enfoque integral del problema.

Hasta ahora, la discrecionalidad ha sido la característica en las acciones de seguridad pública. Se hacen las cosas según cada cual quiera y eso ha colocado a nuestro país en una condición de franca inseguridad y de violencia con extremos intolerables en algunas regiones. Esta condición presenta como expresiones más acabadas la impunidad y la corrupción, que se presentan como causas de actual situación de inseguridad.

Pero la causa de las causas es esa discrecionalidad, que se refleja en instituciones de seguridad pública sin conciencia institucional, que esperan que los integrantes de las mismas actúen con ética sin mecanismos internos para ello, instituciones viejas con procedimientos añejos para combatir...

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