Iniciativa parlamentaria que adiciona la fracción IV Ter del artículo 33 y se modifican los artículos 38 y 41 de la Ley General de Educación, en materia de educación especial., de 12 de Junio de 2019

Que adiciona la fracción IV Ter del artículo 33 y se modifican los artículos 38 y 41 de la Ley General de Educación, recibida del diputado Ricardo de la Peña Marshall, del Grupo Parlamentario del PES, en la sesión de la Comisión Permanente del miércoles 12 de junio de 2019

El que suscribe, diputado federal Ricardo de la Peña Marshall, integrante del Grupo Parlamentario del Partido Encuentro Social de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión, con fundamento en lo establecido en el artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; así como del artículo 55, fracción II, del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, somete a consideración de esta soberanía la presente iniciativa con proyecto de decreto por el cual se adiciona la fracción IV Ter del artículo 33 y se modifican los artículos 38 y 41 de la Ley General de Educación. Exposición de Motivos

La protección de los derechos de los niños, adolescentes y jóvenes que viven en circunstancias de vulnerabilidad y en riesgo de discriminación, violencia escolar, exclusión social y académica, ha sido una constante en el trabajo legislativo en nuestro país, en la última década.

En la actualidad el sistema educativo nacional carece de acciones, programas e incluso normatividad expresa, para orientar los esfuerzos de las instituciones en todos los niveles a la adecuada atención de la población infantojuvenil escolarmente vulnerable por presentar riesgo psicosocial, Necesidades Educativas Especiales (NEE) con y sin discapacidad, entre ellos el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) así como con Capacidades y aptitudes sobresalientes, con situaciones socioemocionales, contextos familiares disfuncionales, problemas con las áreas relacionales, con bajo rendimiento académico y con riesgo de deserción escolar, los cuales, en su mayoría, son identificados y atendidos por servidores públicos del sistema escolar durante el proceso de enseñanza o aprendizaje sin bases metodológicas, capacitación o norma alguna determinada, por la Secretaría de Educación Pública.

Es necesario reconocer que el desarrollo científico y tecnológico ha generado una serie de cambios y desafíos que no han sido necesariamente un beneficio en un desarrollo paralelo de competencias, habilidades, valores e instancias orientadas a favorecer una convivencia social más justa y armónica. Desde este nuevo paradigma la capacidad de establecer vínculos interpersonales, constituye un elemento muy importante en esta época particular.

La escuela viene a ser el primer espacio público de aprendizajes de códigos de vida comunitaria fuera de la familia; probablemente es el espacio en el cual las relaciones humanas ahí experimentadas se transforman en modelos de convivencia social. Por lo tanto, si en el contexto escolar se privilegia la transmisión de contenidos en demerito de las otras dimensiones de la experiencia humana que igualmente se viven en la escuela, no se generarán experiencias de convivencia sanas, enriquecedoras y aportadoras para el desarrollo personal y para una convivencia escolar y social democrática en el marco del desarrollo socioemocional. 1

Por lo que es factible observar en las escuelas muchas conductas antisociales, agresivas y de baja adaptación social en contraste con pocas conductas de consideración hacia otros, de autocontrol, sociales, asertivas, pasivas, así que visualizar la perspectiva relacional fundada en valores, en el asesoramiento escolar es una oportunidad para ir más allá del currículo y afrontar conflictos que acontecen en ella. Se trata de crear un ambiente de relación y comunicación asertiva con valores que permitan, a través del diálogo, analizar la vinculación de cada docente con el proyecto educativo de la escuela que permita ayudar a tomar decisiones coherentes y constructivas.

La escuela y la familia son los dos ambientes de aprendizaje más importantes para el niño, adolescente y joven. 2 Las habilidades que resulten de este aprendizaje pueden promover un desarrollo sano o enfermo. Por esto, es importante que los maestros aprovechen las grandes ventajas que tiene la escuela para enseñar habilidades socioemocionales fundada en valores donde se practique y difunda la actuación con dignidad manifestada en el trato que se le da a los demás lo que lleva a valorar, reconocer, apreciar y considerar a todo ser humano, a no abusarlo ni física ni emocionalmente sin distinción de edad, sexo, religión e ideología; la actuación con integridad manifestada en la honestidad al comunicarse de manera transparente, sin nada que esconder, con la armonía entre lo que se es y lo que se hace y la actuación con libertad manifestada en la responsabilidad social, el convivir en paz con los demás, actuar de manera correcta y el respetar a la autoridad.

Cuando se detecta un “problema” en el alumnado se hace el esfuerzo por tratarlo a él solo; sin embargo, hay evidencia suficiente que una sola parte de la triada conformada por el estudiante, maestro y padres, no favorece la solución de la problemática. Para ello es necesario involucrar al maestro regular, a las familias y obviamente al “síntoma” para poder converger en una solución eficaz.

Dentro del salón de clases cuando existe un conflicto entre alumnos, los profesores pierden tiempo en la solución del mismo y también en la atención a las conductas que dificultan impartir la catedra. De igual manera, muchos profesores se sienten impotentes frente a los factores que hay fuera del colegio, pero las investigaciones demuestran que los niños de alto riesgo que viven en condiciones adversas, han tenido una fuerte conexión con al menos una persona que no es familia. 3

En muchas ocasiones estas personas estabilizadoras, eran sus maestros de la escuela. 4 Mediante la capacitación mandatada de los profesores y también de los padres de familia, tendrán la seguridad de que sí pueden hacer una diferencia y ser un gran apoyo para sus hijos y alumnos al desarrollar sus competencias, habilidades y valores. Esto se verá reflejado en una mejor conducta, manejo de sus emociones, formación armónica de su ser, capaces de expresar y brindar afecto, tolerancia, entender sus sentimientos, comprender los sentimientos de los demás, desarrollo del área socioemocional y mejorar su rendimiento académico ya que los alumnos aprenderán ser autónomos en resolución de sus problemas. 5

Asimismo, identificar las conductas precursoras y el desarrollar las estrategias para enseñar proactivamente las habilidades emocionales, relacionales y sociales en etapas tempranas del desarrollo, permite a los profesores tener un impacto en la conducta del alumno. Al igual que el involucramiento de la comunidad educativa donde se recibe ayuda de los otros alumnos, al servir como tutores.

Al respecto Linares plantea que las relaciones nutricias, que idealmente se debiera dar de padre a hijos, son básicas para la convivencia de las personas...

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