Ingeniero de palabras

AutorMiguel De la Vega

Era raro ver a Vicente Leñero perder la paciencia. Excepto, claro, cuando le ahorcaban una mula por culpa de un mal compañero de dominó.

"Pero ¿qué haces? ¡Tenías la blanca acá! Juegas muy extraño, ¿sabes?", decía mientras se resignaba a hacer la sopa de los perdedores.

La pasión de Leñero por el dominó iba más allá del juego. Era una muestra, una más, de esa mente que pensaba más rápido, más estructurado y de manera más fría que los demás. Era la mente de un ingeniero.

Leñero estudió Ingeniería Civil más por darle gusto a su padre que por convicción, pues en realidad desde niño lo que quería era escribir. El título de ingeniero tuvo poco uso, aunque le dio la suficiente experiencia para escribir una de las novelas más divertidas de la literatura mexicana: La gota de agua, en la que se demuestra que hacer y usar un mingitorio tiene su ciencia.

Ingeniero de formación y de pensamiento, Leñero era un hombre de letras. O mejor dicho: de palabras.

Sí, como dramaturgo, a las palabras las ponía en movimiento en el escenario; como novelista, las hacía que se leyeran como sonaban, de tal forma que en sus libros se bebe güisqui. Como reportero, tomaba las palabras y les limaba los adjetivos, al tiempo que les sacaba filo para que llevaran al lector eso que llamaba "la jiribilla objetiva".

En medio de una reunión en la que 12 personas miraban con atención una fotografía, sufriendo para hallar la cabeza de la portada, usualmente era Leñero quien daba en el blanco: "El hermano incómodo", dijo, así se publicó y se convirtió en parte de la mitología política nacional.

Tenía palabras de aliento para quien le pedía consejo, así como palabras implacables para el reportero novato incapaz de conseguir el dato sabroso que, decía, condimentaba el reportaje.

Había palabras que no aceptaba: don, señor, maestro, ingeniero. "Soy Vicente", decía con esa manera de hablar tan peculiar en la que parecía aspirar el aire, más que expulsarlo.

···

En 1963, su novela Los albañiles ganó el Premio Biblioteca Breve, de Seix Barral, lo que lo colocó de inmediato en el selecto club del boom latinoamericano, al lado de Mario Vargas Llosa (que lo había ganado el año anterior) y Gabriel García Márquez, con quien...

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