Para 'ingarse la rodilla de verdad Sufren plaga de caracoles; solicitan ayuda de la poblaciónCocteles DedulceAcostumbrado al dolor
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Especial
Nueva York.- El arquitecto británico Thomas Heatherwick construyó un edificio que es un desafío para todos los que utilizan la frase: "Me chingué la rodilla", como pretexto para usar elevadores o escaleras eléctricas.
La construcción, ubicada en uno de los puntos centrales de Hudson Yards, una pequeña ciudad dentro de Manhattan, se está convirtiendo en un centro de atención para todos los que no le tienen miedo a ejercitar los músculos de las piernas.
De formas geométricas, "The Vessel", constituye un edificio cuya vista resulta casi hipnótica.
Las escaleras están hechas a modo de laberinto por lo que también es un lugar ideal para los turistas y los usuarios de redes sociales adictos a las fotos.
Esta escultura, a la que se puede subir, está formada por 154 escaleras conectadas entre sí que ascienden en forma de zigzag.
También cuenta con 80 plataformas de observación donde además de tomar fotos, se pueden hacer descansos para reponer fuerzas y seguir explorando.
Cuba.- Una plaga de caracoles gigantes africanos ha llegado a Cuba y les está causando más problemas que el bloqueo económico que Estados Unidos tiene sobre la isla.
El molusco fue introducido por los devotos de las religiones afrocubanas, pero se salió de control debido a que puede poner huevos a los tres meses de nacido y cada 60 días, por lo que ponen hasta mil huevos al año.
El caracol gigante africano es parte de la lista de las 10 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, así que el gobierno cubano ha solicitado apoyo de la población para combatir la plaga.
Una de las medidas es no arrojarlos a ríos o basura, porque comen residuos orgánicos y animales muertos, hasta de su propia especie.
Sirven trago con dedo humano
momificado incluido, en Canadá
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Canadá.- En un hotel canadiense, el trago más exótico y conocido es también el más desagradable: el coctel Sourtoe se prepara con whisky y... un dedo humano.
Los valientes que se atreven a probar esta inusual bebida deben cumplir un requisito: sus labios deben tocar el dedo que, específicamente, es un dedo del pie sólo que momificado.
Nick Griffiths, un marino británico, les tomó la palabra y luego de que perdiera el pies por congelamiento, decidió donar todos sus dedos a los canadienses.
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