El Informe Oppenheimer / La política y el factor humano

AutorAndrés Oppenheimer

La noticia de que el ex hombre fuerte de Panamá Manuel A. Noriega será liberado de su prisión en Miami el 9 de septiembre me trajo a la memoria una de las lecciones periodísticas más importantes que aprendí cuando cubría sus últimos años en el poder a fines de los años 80:

Al analizar acontecimientos políticos, nunca hay que olvidar el factor humano.

Efectivamente, cuando comentamos las noticias mundiales -ya sea los discursos del presidente George W. Bush sobre Irak, o las arengas narcisistaleninistas del presidente de Venezuela- los periodistas tendemos a reducir todo a enfrentamientos ideológicos.

Sin embargo, muy a menudo los acontecimientos se desencadenan por motivos muy diferentes, como revelaciones religiosas, odios personales, o diferencias de negocios, que tienen poco o nada que ver con la política. Es el factor humano.

Los eventos que llevaron al ocaso político de Noriega y la invasión de Panamá por los Estados Unidos en 1989 son un buen ejemplo.

Los acontecimientos se dispararon por las revelaciones místicoreligiosas del entonces oficial No. 2 en las Fuerzas de Defensa de Panamá, el coronel Roberto Díaz Herrera, quien en ese momento era un apasionado seguidor del gurú hindú Sai Baba, que producía cenizas supuestamente milagrosas al circular su dedo índice en el aire.

Díaz Herrera, quien actualmente es el embajador de Panamá en Perú, me contó los entretelones místicos de su rebelión contra Noriega en una larga entrevista que le hice en su exilio en Venezuela en 1989.

Según me relató entonces, Díaz Herrera se había distanciado gradualmente de Noriega desde 1985, cuando se esparció la sospecha de que Noriega había ordenado el asesinato de Hugo Spadafora, un ex guerrillero que lo había acusado de tráfico de drogas y violaciones a los derechos humanos.

Díaz Herrera también estaba frustrado por el hecho de que él no había sido promovido al puesto de Noriega.

Díaz Herrera había sido el alumno más brillante en la escuela militar a la que ambos habían asistido en Perú, y era reconocido por sus compañeros como más sofisticado que Noriega.

Pero fueron el Sai Baba y sus yoguis quienes le dieron el empujón final para que se decidiera a convocar su ahora famosa conferencia de prensa en junio de 1987, en la que denunció la corrupción y los abusos a los derechos humanos de su jefe.

Las declaraciones de Díaz Herrera provocaron una avalancha de protestas callejeras, atrajeron la atención mundial, e hicieron que los fiscales de Estados Unidos...

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